El tunkul, el caracol y el incienso (instrumentos indígenas) anunciaron el paso de unas 700 “ánimas” que ataviadas con el traje regional iluminaron a su paso el camino desde el Cementerio General.
Hace tiempo que la tradición de los altares de muertos salió del reducto familiar para apoderarse de los recintos públicos con una riqueza e imaginación desbordantes.