Es inaceptable que mientras 50% de la niñez padece pobreza y pobreza extrema, legisladores y funcionarios mexicanos se sirvan con cucharas gigantescas.
El cerebro de los bebés se enciende con los abrazos, caricias y palabras amorosas, pero se daña con el rechazo, el abandono y la angustia, lo cual provoca violencia.
Actualmente estamos experimentando la fragilidad de las instituciones y en particular del sistema sanitario y financiero, señalaron los obispos del país.