Fue una figura emblemática del futbol alemán y mundial durante medio siglo, primero como jugador, seleccionador -en ambos campeón del mundo- y dirigente.
Desde el imponente “Gracias, Franz” afuera del estadio hasta el mismo mensaje en las camisetas, el partido contra el Hoffenheim giró en torno al ‘Káiser’, quien murió el domingo a los 78 años.