La fiscalía valoró que no fue víctima de tortura durante su detención y traslado a la Ciudad de México, tras haber asesinado a Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994.
Luis Donaldo Colosio negó proyectar una "cacería de brujas" en el interior de la corporación y planteó buscar la creación de una policía metropolitana.