Amigos y colaboradores recuerdan al hombre que amaba a los gatos, tenía una memoria infalible y un humor mordaz, una figura señera y referencial en la vida cultural mexicana.
Después de José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis viajó a Inglaterra para ocupar la cátedra que el primero dejó vacía. En esa época nos escribimos con frecuencia.
De las bibliotecas de escritores que he conocido una me ha llamado poderosamente la atención más que por su volumen de unos 20 mil ejemplares, por su variedad: la de Carlos Monsiváis.