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La solidaridad antifascista de México con la URSS

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La lucha antifascista del pueblo mexicano suele asociarse principalmente con la solidaridad brindada a la España republicana durante la guerra nacional revolucionaria. Foto Reuters / archivo
25 de abril de 2025 00:01

La lucha antifascista del pueblo mexicano suele asociarse principalmente con la solidaridad brindada a la España republicana durante la guerra nacional revolucionaria (1936-39). Esto se debe tanto a la acogida de exiliados españoles por el gobierno de Lázaro Cárdenas como a la participación de mexicanos en las Brigadas Internacionales y a la activa propaganda antifascista realizada por organizaciones como el Partido Comunista de México (PCM), el Taller de Gráfica Popular (TGP) y la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) que editaba la revista Frente a Frente

Sin embargo, la solidaridad con el pueblo español fue sólo uno de los episodios de internacionalismo proletario protagonizados por los trabajadores mexicanos en apoyo a los pueblos víctimas del fascismo. México también recibió exiliados de otros países, lo que propició la actividad de organizaciones antifascistas como Alemania Libre, Hungría Libre, Yugoslavia Libre y Movimiento Grecia Libre, entre otras. Asimismo, el pueblo mexicano expresó su solidaridad con el pueblo soviético, que desempeñó un papel crucial en la lucha antifascista mundial durante la Gran Guerra Patria. 

Tras la invasión de la Alemania nazi a la URSS el 22 de junio de 1941, organizaciones políticas y sociales mexicanas, como el PCM, la Liga de Acción Política (LAP), la Sociedad de Amigos de la URSS, organizaciones estudiantiles, campesinas, sindicatos magisteriales y de ramas de la producción, así como la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), organizaron múltiples actos de solidaridad con el pueblo soviético. 

Un primer acto en apoyo a la URSS fue organizado por el PCM y la LAP el 9 de junio de 1941 en la Arena México. Al mes siguiente, el 14 de julio, la CTM organizó un mitin con el ese propósito en el mismo lugar. En ambos actos se solicitó al gobierno mexicano el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la URSS, interrumpidas en 1930 durante el gobierno del presidente Emilio Portes Gil. Luego, las fuerzas prosoviéticas convergieron en la Campaña Nacional pro Restablecimiento de Relaciones con la URSS, que culminó el 3 de octubre de 1941 en la Arena México. El objetivo de la campaña se logró un año más tarde, el 12 de noviembre de 1942. 

En agosto de 1941 se creó el Comité de Ayuda a Rusia en Guerra, presidido por Antonio Castro Leal. Este comité, junto con el PCM, la LAP y otras organizaciones, emprendió múltiples actos de apoyo a la URSS. Por ejemplo, el 7 de noviembre de 1941 se efectuó el mitin de solidaridad con los pueblos que luchaban contra el nazifascismo; el 1º de junio de 1942 se realizó el mitin de la Federación de Extranjeros Antinazifascistas en México. Otros actos se organizaron en homenaje al Ejército Rojo que combatía en Stalingrado, y los aniversarios de la Revolución Socialista de Octubre, de 1941 a 1944, se convirtieron en actos de internacionalismo proletario y propaganda antifascista. 

El 18 de agosto de 1942 se realizó el acto “Pro Apertura del Segundo Frente”, impulsado principalmente por el PCM y la CTAL. Esa jornada fue significativa porque permitió reflexionar sobre por qué los países capitalistas retrasaban la apertura de dicho frente. Hoy no queda duda de que EU e Inglaterra estaban a la expectativa de que el fascismo derrotara la construcción socialista en la URSS, con la intención de que los países imperialistas se enfrentaran a una Alemania debilitada para imponer una nueva distribución de territorios y mercados entre potencias. 

Destacó también el “Homenaje del Pueblo Mexicano a la URSS”, el 29 de octubre de 1942, en el Palacio de Bellas Artes, dos meses después del inicio de la Batalla de Stalingrado. Ese acto fue organizado por el Comité Nacional Antinazifascista, constituido en 1941 con la totalidad de los senadores de la República y de los diputados federales. Originalmente, se denominó “Comité Antisinarquista y en Defensa de la Democracia”. 

Al acto asistieron representantes de 57 organizaciones políticas, sociales y sindicales, gobernadores de 19 estados y 19 organismos antifascistas internacionales. En el programa figuraba entre los oradores centrales el secretario de Gobernación, Miguel Alemán Valdés, quien, por motivos imprevistos, no asistió y fue sustituido por el subsecretario Fernando Casas Alemán. También intervinieron el diputado ingeniero Alfredo Félix Díaz Escobar, presidente del Comité Nacional Antinazifascista; el senador Antonio Villalobos, presidente del PRM; un representante de la CTM, y como orador de clausura, Ignacio García Téllez, entonces secretario del Trabajo y Previsión Social y anteriormente secretario de Gobernación durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. 

Este acto fue un claro ejemplo de las actividades unitarias que promovía la táctica del Frente Popular Antifascista. Esta estrategia implicaba la colaboración entre los comunistas y el gobierno burgués para fortalecer las posiciones antifascistas. 

Tanto las movilizaciones impulsadas por organizaciones sindicales y políticas como el PCM y la LAP, como los actos promovidos desde el gobierno mexicano, fueron sin duda manifestaciones positivas de respaldo al pueblo soviético en su lucha contra el fascismo. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿qué tan útil fue, en realidad, la táctica de colaboración entre los comunistas y los gobiernos burgueses para enfrentar al fascismo? ¿Acaso esta colaboración llevó a los comunistas a posponer el horizonte estratégico de toma del poder y derrocamiento del capitalismo, en favor de respaldar el “mal menor”, es decir, la democracia burguesa? ¿Sigue siendo viable que las fuerzas revolucionarias opten por el “mal menor” de la democracia burguesa como una forma de enfrentar una gestión capitalista “más reaccionaria”? 

Recordar los actos de solidaridad México con la URSS durante la Gran Guerra Patria es una forma legítima de conmemorar los 80 años de la victoria soviética sobre las fuerzas fascistas, el 9 de mayo de 1945. Pero reflexionar en profundidad sobre esa experiencia histórica es, sin duda, una mejor manera de honrarla. 

*Historiador de la ENAH 

[email protected]



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