Habían estado en combate en tres ocasiones en el tramo de 1968 a 1970. Efrén “Alacrán” Torres y el tailandés Chartchai Chionoi protagonizaron una trilogía que fue la sensación de una época y que tuvo momentos apasionantes, dos victorias para el asiático y una para el mexicano, incluido un gesto que conquistó a la afición mexicana en el Toreo de Cuatro Caminos. Chionoi, a pesar de triunfar en la primera pelea, se arrodilló con profunda devoción ante su adversario en señal de respeto.
Tres décadas después se volvieron a encontrar en un hotel de la Ciudad de México y de nuevo se estrecharon en un abrazo que los llevó hasta a las lágrimas. Aquel encuentro conmovió tanto a ambos ex peleadores que durante cinco días no se separaron, cuenta Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, durante el anunció de su 63 convención anual, que se llevará a cabo en Tailandia.
Esa anécdota resume dos historias paralelas de la manera de entender el boxeo en dos países que se han enfrentado en 57 ocasiones, con lo mejor de ambos lados. Los tailandeses han ganado 34 de esos combates, los mexicanos se han llevado el triunfo en 22 ocasiones con un empate.
“Tenemos historias muy cercanas en el boxeo, y habrá ocasión para honrar esta relación tan cercana entre nuestras naciones”, agregó Sulaimán.
Esos cruces entre dos países donde el boxeo es una expresión muy vinculada a la cultura popular tiene registro con peleadores memorables. La trilogía del Alacrán Torres contra Chionoi, Lupe Pintor ante Samart Payakaroon, pero sobre todo Ricardo “Finito” López, quien venció a siete tailandeses y se convirtió en un verdugo.
“Los boxeadores tailandeses tienen fama de guerreros”, hace un recuento Sulaimán; “hay una ventaja importante cuando se pelea en Tailandia, por el clima caluroso y porque se suele pelear de día y al aire libre, son condiciones difíciles ante un público muy entusiasta y que apoya demasiado a sus peleadores”.
Las características físicas de los peleadores tailandeses y la tradición de su cultura que se expresa en su estilo, los convierte en adversarios ideales para el boxeo mexicano en las divisiones pequeñas.
“Son estilos que garantizan un boxeo emocionante y de muchos golpes, porque ambas tradiciones nos caracterizamos por ser frontales en el cuadrilátero, no damos marcha atrás y suelen ser pleitos muy sangrientos”, describe el inolvidable Humberto “Chiquita” González, cuya carrera tiene momentos decisivos ante los rivales de ese país, sobre todo su ultimo combate el 15 de julio de 1995.
“Al final de mi carrera enfrenté a Saman Sorjaturong, un tipo muy duro. Yo había advertido que si ganaba esa noche seguiría peleando. No pensé que me ganaría y ahí se terminó mi etapa como boxeador”, recuerda La Chiquita.