Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la paz en 1980, escribió una emotiva carta pública al Papa con el titular “EL PAPA FRANCISCO PARTIÓ, PERO NO SE FUE” en la que afirmó que Francisco “Permanece entre nosotros en la conciencia del mundo, con su palabra arraigada en el Evangelio y su compromiso junto a los pobres, los necesitados y los desposeídos” (...)Su partida nos entristece, pero sabemos que emprendió el encuentro con el Padre y que la muerte no tiene la última palabra.
En la misiva, el académico y activista argentino hace un recorrido por las luchas del primer pontífice latinoamericano: “Francisco fue el primer Papa no europeo y el primer jesuita en ocupar el pontificado. Un hombre latinoamericano que compartió con el mundo su espiritualidad, sabiduría y compromiso con la justicia social desde la Iglesia, siempre junto al pueblo de Dios. Abrió los brazos fraternos al ecumenismo, acogiendo a hermanos y hermanas que viven la fe desde sus culturas. Compartió el pan y la libertad, denunció injusticias y viajó a Lampedusa, Italia, para visibilizar la crisis de los refugiados, instando a Europa a ayudar a quienes huyen de guerras, hambre y miseria”.
Pérez Esquivel añade que Jorge Mario Bergoglio: “Compartió el pan y la libertad, denunció injusticias y viajó a Lampedusa, Italia, para visibilizar la crisis de los refugiados, instando a Europa a ayudar a quienes huyen de guerras, hambre y miseria. También visitó Lesbos, Grecia, conmovido por la situación inhumana de los desplazados por conflictos en Siria, Medio Oriente y otras regiones. Trabajó incansablemente por la paz y el derecho a una vida digna. Recuerdo su llamado en el Vaticano para abolir las armas nucleares y proteger la integridad de la Tierra, reflejado en sus encíclicas *Laudato Si'* y *Fratelli Tutti*, legados que guían no solo a los cristianos, sino a toda la humanidad”(...)
Para finalizar Pérez Esquivel se despide diciendo: “Querido hermano, que el Señor te reciba junto a los discípulos de ayer y hoy, que siembran el Evangelio en un mundo de incertidumbre, pero también de esperanza. Que el amor perdure y se convierta en acción. ¡Que el Tata Dios te acompañe en su paz y bien!”.