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Cantar a la infancia,una forma de resistencia con ternura y alegría

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El músico Pepe Frank en una de sus presentaciones. Foto cortesía del artista
24 de abril de 2025 08:28

“El mundo infantil, ese del niño que llevamos dentro –y que muchos han olvidado o suprimido–, ha sido uno de los motores que me impulsaron a dedicarme a este camino”, dijo Pepe Frank, músico, compositor y narrador de historias que, con motivo de sus 45 años de trayectoria artística, ofrecerá hoy una función especial en el Centro Cultural Teopanzolco, en Cuernavaca, Morelos.

Se trata de una fiesta en forma de concierto, con músicos y personajes entrañables, como Teja la Coneja, además de invitados especiales, incluidos Ernesto Anaya, Iraida Noriega, Sara Emilia, Carlos García, Gerardo Pérez y Ernesto García.

Va a ser un recorrido de mi historia. Con más de 300 canciones, será difícil elegir, pero tocaremos unas 15. Será un paseo por la música tradicional mexicana, por el blues, por el rock, la música sudamericana. Habrá de todo. Mucha alegría, juego, interacción con los niños y, como te digo, va a ser una fiestota.

En entrevista con La Jornada, el artista conversó sobre su andar creativo, la permanencia de su propuesta y el significado de seguir cantándole a la infancia –la propia y la colectiva– como una forma de resistencia, ternura y alegría.

Soy hijo de la radio. Cuando era un niño no había televisión, mucho menos Internet y todo lo maravilloso que hay ahora, así que crecí escuchando a los grandes intérpretes de la XEW y la XEQ de esos años, contó Frank, quien con un estilo lúdico y poético ha acompañado durante décadas a generaciones de infantes que se atreven a jugar, imaginar y cantar.

El artista destacó las voces de Pedro Vargas, Jorge Negrete, Toña La Negra, Agustín Lara y Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri. “Crecí con el grillito cantor, escuchando sus letras, su imaginación y sus orquestaciones extraordinarias. Eso me marcó para siempre. Y aunque en ese momento nunca pensé: ‘Ah, de grande voy a ser compositor de música para la infancia’, en el inconsciente quedó esa alegría, ese gusto y esa afición por el mundo imaginario de los niños y de las niñas”.

Frank estudió Economía y trabajó como profesor de historia y funcionario público, hasta que un giro inesperado cambió su vida.

Un día, por azares del destino, me hicieron el favor de correrme tanto de un trabajo como del otro, por mis ideas. Me quedé sin chamba de un momento para el otro. Entonces, como tocaba la guitarra desde niño, me ofrecieron dar clases en una escuela, recuerda con humor.

Como la situación me lo exigía, yo estaba dispuesto a trabajar hasta de domador de leones. Así que llegué a mi primera jornada e improvisé. Para mi sorpresa, aquella sesión fue un éxito: las maestras me felicitaron y varios niños se abrazaron a mí, cuenta entre risas.

Recuerda que al salir de esa clase se sentó en la baqueta, aún conmovido, y pensó: Pepe Frank, esto es lo tuyo: niños, música, música, niños. Creo que ese fue el momento neurálgico que me motivó a seguir por este camino.

Sobre su proceso creativo, destacó que siempre ha tenido como objetivo principal plantear valores, inteligencia, sentido del humor, riqueza rítmica, variedad y un uso diferente de los instrumentos de la música tradicional mexicana y latinoamericana. Señaló que durante años la industria musical en México estuvo dominada por una sola empresa, que imponía sus criterios y bloqueaba propuestas como la suya.

“En aquel tiempo, todavía hoy, de lo que se trata es de tener niños que brinquen con el punchis-punchis, pero sin mensaje ni aportación de riqueza de ningún tipo”, atajó.

Frente a ese panorama, algunas instituciones culturales, funcionarios sensibles y colegas músicos le tendieron la mano. De repente se abría un espacio o concierto donde podía presentarme. Y cuando iba a grabar un disco, mis amigos músicos me regalaban los arreglos, sus interpretaciones, sus coreografías, porque les gustaba mi trabajo. Fue desde esa colectividad que se me fueron abriendo las puertas, y se fue dando este camino.

La principal inspiración para sus canciones, cuenta, han sido siempre las anécdotas que presencia durante sus clases o historias que le platican los niños. “Un día entré a una escuela donde daba clases en la Ciudad de México y vi a una maestra de sexto año cortando el copete a un niño que iba muy melenudo. Me acerqué suavemente, le quité las tijeras y le dije que eso era una agresión. De ahí surgió la canción Todos los niños sabemos”.

“Ocho o nueve de cada 10 canciones surgen de situaciones así, porque mi conexión con los niños es fundamental. Si nos entendemos, nos miramos a los ojos, nos reímos, nos preocupamos, nos abrazamos, aprendemos música… eso no puede ser consecuencia de una imposición.”

Recordó con cariño lo que alguna vez le dijo el músico Valentín Rincón, ya fallecido: Tú no eres compositor, tú les plagias las canciones a los niños.

A lo largo de estas cuatro décadas, Frank se ha propuesto no soltar su instrumento: la guitarra. Al mismo tiempo, ha explorado las múltiples posibilidades melódicas en las que puede crear. Sí hay una evolución entre mis primeras canciones y las más recientes. No digo que sean mejores que antes, porque no se puede hablar en esos términos, pero sí hay una búsqueda permanente.

De los colegas con los que ha trabajado, destacan Chema Mendoza, Gerardo Tamez, Guillermo González, Jaime Márquez, y también Omar Guzmán, Ernesto Anaya, Carlos García y Marquito Morel.

Frank, que en su momento fue guitarrista de cantantes de la talla de Guadalupe Pineda, Eugenia León y Óscar Chávez, reconoce con gratitud: Siempre he estado rodeado de gente talentosa, de la que aprendí mucho y a la que también busqué aportar algo de lo que yo tenía en mi corazón.

A propósito de los sueños que le gustaría concretar en el futuro, compartió que, gracias a una beca de creadores, trabaja en dos colecciones de canciones: una dedicada a la infancia y el medio ambiente, y otra a los niños y su comunidad. También prepara una colección de adivinanzas cantadas.

Nunca busqué riqueza ni fama porque no son los valores con los que vivo. Mi vocación es acompañar a la infancia con música.

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