En lo que va del año, el flujo de migrantes hacia el norte del continente americano a través del tapón del Darién ha caído de forma drástica, pues de enero a la fecha apenas 2 mil 831 personas fueron registradas oficialmente cruzando la peligrosa selva fronteriza entre Colombia y Panamá, una cifra que representa menos de mil personas por mes.
“Si esta tendencia continúa, estamos hablando de menos de 30 mil personas en todo el año”, sostuvo este jueves la académica Caitlyn Yates, investigadora de la Universidad de la Columbia Británica, durante una conferencia organizada por el Migration in the Americas Project. En contraste, en 2023 se alcanzó un récord de 520 mil 85 cruces y en 2024 la cifra bajó un 42 por ciento, hasta los 302 mil 203 registros.
La investigadora señaló que si bien la mayoría de quienes siguen intentado cruzar el Darién siguen siendo venezolanos, casi el 50 por ciento de los que han cruzado en 2025 provienen de África y Asia. Sin embargo, la investigadora aseguró que esta ya no es la dinámica migratoria más relevante que se observa en Panamá.
Uno de los principales focos actuales es lo que Yates denominó “flujo inverso”: un nuevo patrón en el que migrantes, principalmente venezolanos, que previamente intentaron llegar a Estados Unidos, ahora buscan regresar voluntariamente a Sudamérica desde México y Centroamérica. El gobierno panameño, junto con Costa Rica, puso en marcha desde febrero un protocolo de retorno controlado hacia el sur.
Este protocolo incluye transporte en autobuses desde la frontera norte panameña hasta el puerto de Miramar, desde donde los migrantes abordan lanchas rumbo a Colombia. Sin embargo, el alto costo del trayecto —alrededor de 300 dólares por persona— ha lastrado el proceso, y cientos de personas esperan en campamentos improvisados para poder regresar.
Además, Yates abordó el tema de las “llegadas forzadas”, refiriéndose a los vuelos de deportación desde Estados Unidos hacia Panamá de personas no panameñas. En febrero, el país recibió a 299 migrantes deportados, principalmente de países de África, Asia y América Latina. Algunos de ellos aceptaron el retorno voluntario, mientras que otros permanecen en Panamá con permisos temporales de residencia humanitaria.
Agregó que en las deportaciones de migrantes hechas a El Salvador y Panamá por Estados Unidos a partir del regreso de Donald Trump a la presidencia se han observado “múltiples graves violaciones a los derechos humanos en materia de privación arbitraria de la libertad, tratos crueles y desaparición forzada”.