Hermosillo, Son. La etnia yaqui, asentada en las faldas del cerro Coloso Alto, en Hermosillo, lleva a cabo esta semana santa uno de los ciclos ceremoniales más significativos de su cultura. Lleno de color, máscaras y bailes, inició la cuaresma siguiendo las tradiciones marcadas por sus ancestros.
A lo largo de varias semanas, en colonias yaquis de Hermosillo como Revolución, Coloso Alto y Coloso Bajo, las calles se llenan de vida y devoción con las tradicionales “corridas”, procesiones encabezadas por los fariseos, soldados, cabos, jefes, cantoras, verónicas y angelitos, quienes representan el pasaje bíblico de la Pasión de Cristo. La celebración también incluye la danza del Venado y de los Pascolas, símbolos de la resurrección y la conexión espiritual de los pueblos originarios con la naturaleza.
Manuel Rentería Jaques, teniente primero de la escudería yaqui en Hermosillo, detalló que cerca de 500 personas participan en cada edición anual, consolidando la fuerza y vigencia de una tradición que ha sobrevivido siglos y fronteras culturales.
En Sonora, las festividades de Semana Santa tienen un profundo arraigo en la identidad indígena, especialmente entre los pueblos yaqui y mayo, así como las comunidades de sus alrededores que continúan con sus tradiciones.
José Luis Moctezuma, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explicó que estas dos comunidades, yaqui y mayo, son las únicas etnias en México que conservan la Cuaresma como un periodo ritual completo, manteniendo prácticas heredadas de sus ancestros, a diferencia de otros pueblos originarios que solo realizan actividades durante la Semana Mayor.
“Yaquis y mayos en la actualidad son los únicos pueblos originarios en México que celebran toda la Cuaresma con ceremonias y rituales. El resto de los pueblos sólo celebran la Semana Santa, y esto se remonta al modelo que se implantó a finales de 1590, cuando los jesuitas llegaron a Sonora”, explicó Moctezuma, historiador de la cultura indígena de Sonora.
El investigador también subrayó que la autenticidad de estas celebraciones ha sido afectada por quienes imitan la indumentaria de los fariseos —también conocidos como chapayecas— para pedir dinero en bulevares, una práctica ajena al sentido original de la tradición. En su forma legítima, los fariseos nunca peregrinan solos, siempre lo hacen en grupos organizados que participan en los seis “contis”, procesiones sagradas que combinan danzas, rezos y cantos comunitarios.
La celebración de la Cuaresma, cuyo origen se remonta al siglo IV en la Iglesia Católica como un tiempo de penitencia y renovación espiritual, adquirió en Sonora un significado más complejo al mezclarse con la cosmovisión indígena. Para los yaquis y mayos, cada elemento del ritual —desde el ayuno y la abstinencia hasta las danzas y las máscaras— representa un diálogo con la naturaleza, la fe y la resistencia cultural.
En Hermosillo esta herencia no solo se mantiene viva en las comunidades indígenas, sino que también ha permeado en la población mestiza que, cada año, asiste como testigo a uno de los encuentros espirituales más antiguos y representativos del estado.