No pocos pretenden haber normalizado las agresiones y las violencias. Absurdamente se cree que defender nuestros puntos de vista, causas, movimientos, colectivos… significa agredir, imponer nuestros juicios y prejucios, creencias y opiniones.
Testigos pasivos, comodinos, vemos crecer y reproducirse el odio y, so pretexto de denunciar la barbarie del ejército israelí, acabamos mistificando y desnaturalizando la histórica causa palestina. Traigo a cuento lo anterior ante la agresión incalificable de que fue víctima Margo Glantz, prolífica escritora y universitaria cabal, de tiempo completo.
El escenario de la vil agresión fue el Centro de Centro de Estudios para Extranjeros de la UNAM, frente a su congruente directora, quien buscó proteger a Margo de la majadera intemperancia de los farsantes militantes de la tragedia del pueblo palestino.
Al grito de “Todxs contra el genocidio desde el río hasta el mar”, sin faltar las bravuconadas y los improperios, un grupo de manifestantes obligaron a suspender el evento académico para “reivindicar la causa del pueblo palestino y condenar la barbarie desatada en Gaza por el ejército de Israel”.
Qué manera de defender la paz. Qué torcidas formas de abogar por causas que, como asientan con energía y claridad una treintena de académicos, “pueden ser compartidas y sin duda son insoslayables, pero no se les defiende con actitudes de intolerancia y fundamentalismo”.
No podemos seguir tolerando que continúen esparciéndose los odios y las violencias, las venganzas y las arbitrariedades. Debemos rechazarlas con energía y claridad, evitar que sigan siendo toleradas; menos que se pretenda normalizarlas como fórmulas para “solucionar” diferencias o conflictos, causas o revoluciones. Sería negar la esencia misma de la razón que da sentido y valor a nuestro quehacer de universitarios.
Me sumo a la condena que diversos sectores y académicos de nuestra universidad y de nuestra sociedad han expresado a las agresiones hechas a Margo Glantz y expreso mi más amplia solidaridad a su persona.
“A la violencia y los abusos, especialmente en la universidad, se les enfrenta con razones y explicaciones”, escriben los académicos en su apoyo solidario del 10 de abril. Y agregan: “Cuando se impide el diálogo sólo hay espacio para la polarización y las sinrazones”.
Las agresiones y amenazas nunca han sustituido, nunca lo harán, a las palabras ni a las razones.