Madrid. Una hora antes de que comenzara el homenaje a Eduardo Galeano en Casa de América, en Madrid, por el décimo aniversario de su fallecimiento, en la calle ya había una larga fila de sus lectores esperando para volver a vibrar con su literatura. Y con esa expectación empezó el tributo al contador de cuentos Galeano, en el que el poeta y cantautor barcelonés Joan Manuel Serrat, que fue su amigo durante décadas, destacó su capacidad de reír y hacer reír, su sabiduría y su singular virtud de saberla transmitir, mientras el escritor y cronista argentino Martín Caparrós recordó que sólo lo vio una vez en persona, pero que su obra es fundamental para entender la historia contemporánea del mundo, sobre todo de América Latina.
Siglo XXI Editores congregó en Casa de América a Serrat y a Caparrós para el tributo a Galeano, que tituló Las venas abiertas de la memoria, emulando uno de sus libros más leídos, Las venas abiertas de América Latina, al que se refirieron en numerosas ocasiones. El acto fue multitudinario, como todos en los que se presentaba Eduardo Galeano, quien también fue colaborador de La Jornada, donde hacía lecturas públicas o conferencias que celebraban la literatura, o firmaba libros en alguna feria, donde se formaban colas de varias horas para compartir un ratito con él.
Serrat reconoció que cuando me invitaron a estar aquí, acepté entusiasmado por volvernos a juntar para recordar a una persona como Eduardo Galeano, volver a tenerlo presente en el presente más absoluto, lo que podía reconfortarnos algo de esa pérdida que hace 10 años tuvimos a los que le amábamos y a los que han disfrutado y disfrutan con su obra. Después, el cantautor sacó unas hojas para leer en voz alta un texto que escribió precisamente hace 10 años, al poco tiempo de conocer la noticia del fallecimiento de su amigo, de esa persona a la que siempre visitaba cuando estaba en las tierras donde el río de la Plata se vuelve salado. Serrat escribió entonces: “Galeano amaba reír. Practicaba la risa como una defensa contra las miserias cotidianas. ‘¿Cuánto te paga?’, le preguntó maliciosamente a Sabina, interesándose por el reparto que teníamos en el espectáculo que teníamos juntos. ‘El 50 por ciento’, le contestó, a lo que él le dijo: ‘Te roba’. A su lado reírse era de obligado cumplimiento. Reírse de lo propio y de lo ajeno, en las buenas y en las malas”.
Después apuntó: “Nos conocimos o, mejor dicho, nos vimos por primera vez en la sección de discos de uno de los grandes almacenes de Barcelona a principios de los 80, cuando él estaba exiliado en Pineda, un pueblo catalán. Yo acababa de leer Las venas abiertas de América Latina y el encuentro con el autor me dejo en shock. Con el tiempo nos fuimos conociendo y al cabo la vida me regaló su amistad y su confianza. Al regreso de los exilios, en cada uno de mis viajes por las tierras donde el río de la Plata se vuelve salado, me acercaba a su casa, nos juntábamos siempre a cenar. La cena siempre fue una excusa para provocar la conversación. Aunque más que conversar, con él tocaba escuchar”.
Serrat también señaló, ya en la conversación posterior con Caparrós, que “cuando leí Las venas abiertas de América Latina me golpeó muchísimo. Es un libro del que vas extrayendo verdades que te van golpeando. Vale la pena evidentemente leer, aunque si tienen tiempo les aconsejaría leer Memorias del fuego, que debería ser de lectura obligatoria en las escuelas de América Latina, sobre todo, pero también en el resto del mundo”.
Después, Caparrós reconoció que la única vez que habló directamente con él fue durante una entrevista que le realizó cuando Galeano vivía en Cataluña y él en Francia. Después, el escritor argentino sorprendió al poner una grabación con la música y la métrica de la canción Mediterráneo, pero con una letra que él había escrito y que había musicalizado con la voz de Serrat gracias a la inteligencia artificial y que provocó la estupefacción del propio Serrat, que escuchaba con asombro la letra con la que Caparrós homenajeó a Galeano y que decía: Quizá porque eso que viste sigue siendo lo que vemos, sabemos que no sabemos, sabemos que no pudimos, y por más que te leímos y por más que te leemos perdemos como perdimos, peleamos como peleamos. Y si el sabor es amargo hay que cambiar el sabor, convertirlo en un olor a romero y a lavanda para mandarle a quien manda y así quebrar el letargo. Y despertar de esa siesta y volver a hacer tu fiesta. Con tus palabras de enojo se me mojaron los ojos y las manos y la boca la historia más verdadera, que le toque a quien la toca es la historia de esas venas, abiertas todavía, abiertas que tratamos de cerrar.
Al homenaje asistieron, además de sus numerosos y fieles lectores, personajes públicos de la cultura y la política en España, entre ellos el ex presidente del gobierno español Felipe González. También se encontraba ahí el escritor mexicano Juan Villoro, quien explicó a La Jornada su forma de recordar al genial narrador uruguayo: “Eduardo Galeano es un escritor fundamental en muchos campos. En lo personal valoro lo que él hizo para demostrar que el futbol forma parte de una de las pasiones que debemos tomar en cuenta. Además, él rescató para la izquierda el derecho a apasionarse con el futbol, que había sido por muchos críticos como un opio para los pueblos. Por otra parte, en libros como Las venas abiertas de América Latina pudo unir la historia dramática, quebrantada de nuestro continente, con la capacidad narrativa de contarla para acercarla a muchísimas personas. Fue un grandísimo comunicador y conferencista, una persona extraordinaria”. Villoro también apuntó que Galeano es un caso único de un escritor que supo tocar el corazón de la gente y resignificar historias que estaban ahí y al alcance de cualquiera, pero que él las volvió a contar porque muchos de los textos de él provienen de leyendas mayas o de textos de la Colonia que él supo reinterpretar en forma moderna.
El acto terminó con un fuerte y largo aplauso de pie de todo el público destinado sobre todo a Eduardo Galeano, una forma de reivindicar precisamente esas venas abiertas de la memoria.