Washington. Dos pasos adelante y uno atrás. Al anunciar una pausa en los llamados aranceles “recíprocos”, el presidente estadunidense Donald Trump dio un giro de 180 grados y ahora parece centrar su atención en China.
Estos son los numerosos anuncios hechos por el republicano sobre las tarifas aduaneras.
China, principal blanco
Pekín es sin duda el principal objetivo de los aranceles impuestos por Washington desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca el 20 de enero.
Primero fue 10 por ciento adicional, luego 20 por ciento por supuestamente no combatir duramente el tráfico de sustancias con las que se produce fentanilo, un opioide causante de una grave crisis sanitaria en Estados Unidos.
Para reducir el déficit comercial con China, Donald Trump aumentó la tasa en 34 por ciento la semana pasada.
Pekín respondió con un arancel de 34 por ciento sobre todos los productos estadunidenses.
Ante estas represalias, el presidente estadunidense sumó otro 50 por ciento más, para un aumento acumulado de 104 por ciento desde el miércoles.
China respondió con una nueva tasa de 84 por ciento y Donald Trump anunció horas más tarde que el recargo sobre los productos chinos pasaba a 125 por ciento.
El resto del mundo
Todos los productos que entran en Estados Unidos están sujetos a un arancel de 10 por ciento desde la semana pasada.
Estaba previsto que el miércoles se impusieran aranceles adicionales a decenas de países, incluidos los de la Unión Europea, antes de que Donald Trump diera marcha atrás y los aplazara tres meses.
El impuesto mínimo de 10 por ciento, sin embargo, todavía representa un aumento significativo para la mayoría de los productos: las importaciones europeas antes estaban gravadas con menos de 3 por ciento en promedio.
De todas las importaciones que entran en Estados Unidos, más de 87 por ciento de los productos fueron gravados con menos de 10 por ciento en 2023, de acuerdo con datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
México y Canadá
Aunque quedaron fuera de los recargos de la semana pasada, Canadá y México fueron las primeras víctimas de la declarada pasión de Donald Trump por los aranceles aduaneros.
Acusó a ambos países, así como a China, de combatir insuficientemente el tráfico de fentanilo.
A pesar del tratado de libre comercio T-MEC entre los tres países, el millonario republicano impuso un arancel de 25 por ciento a todos los bienes de sus vecinos (y de 10 por ciento a los productos energéticos canadienses).
Canadá comenzó a tomar represalias, México prefirió tomarse su tiempo.
Trump dio un paso atrás levantando temporalmente los aranceles a los productos que entran a Estados Unidos bajo el T-MEC, que, según la Casa Blanca, representan casi la mitad del comercio entre los tres países. La prórroga sigue vigente.
Sectores
El presidente estadunidense quiere proteger las industrias nacionales y fomentar una mayor inversión en el país.
Este es el motivo que le llevó a imponer a mediados de marzo aranceles de 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, una medida que afecta principalmente a Canadá, pero también a Japón, Australia y la Unión Europea.
En esta categoría también entra el impuesto de 25 por ciento sobre las importaciones de automóviles: en este caso para incentivar a las empresas a volver a fabricar en Estados Unidos.
También afecta a Canadá y México pero con matices porque a ellos solo se les aplica a las piezas sueltas que no procedan de Estados Unidos.
Los fabricantes japoneses, coreanos y europeos, sobre todo alemanes, también están en la mira.
Otros sectores esperan su turno. Donald Trump ha reiterado su deseo de imponer más impuestos a la madera de construcción, a los productos farmacéuticos y a los semiconductores.