Han pasado 10 años desde que los maestros sonorenses se movilizaron en 2015 y 2016, contra la reforma educativa de Enrique Peña Nieto que contemplaba un ajuste de personal mediante un examen de desempeño para facilitar la expulsión de los profesores de su fuente de trabajo, en acuerdo con Mexicanos Primero, la organización de Claudio X. González.
Ahora, 2025, una nueva generación briosa de docentes sonorenses imprime un ritmo rápido a sus acuerdos, inaugurando formas imaginativas en sus marchas diurnas o nocturnas, y plantones frente a los edificios de gobierno. Entre los docentes de hace 10 años y los actuales hay, sin embargo, semejanzas y diferencias. Se parecen en el hecho de que los maestros de 2015 constituyeron un movimiento marcando su independencia de los partidos políticos, e incluso de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Sin embargo, desde entonces como ahora, hubo presencia de profesores afiliados a la coordinadora y otros agrupamientos. En ambos casos, ayer y hoy, las tensiones entre esas dos organizaciones y docentes independientes fue y es, un factor permanente de equilibrio inestable. El actual es un movimiento más masivo; integra una mayoría de jóvenes de clase media, destacando las mujeres en la dirección política del gremio. La diferencia central es que hoy cuentan con un entorno político más favorable, gracias al cambio que se inauguró con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y ahora continúa con la presidenta Claudia Sheinbaum.
Es decir, el movimiento actual no tiene el apremio de la represión física y administrativa que dejó huellas dolorosas en los maestros de hace 10 años. Para reconocer el origen de la lucha de hoy es necesario echar un vistazo al pasado. La represión, no solamente federal, les tocó aplicarla localmente a los gobernadores Guillermo Padrés Elías, del PAN, y a Claudia Pavlovich, del PRI, ambos de triste memoria para los sonorenses. La tensión alcanzó su clímax en noviembre de 2015, cuando conforme al plan, en una primera etapa fueron convocados 2 mil 700 docentes de prescolar, primaria y educación especial, para someterlos a una prueba de desempeño.
Las instalaciones donde debía presentarse el examen fueron rodeadas por policías municipales y granaderos, pero los docentes en rebelión se posicionaron en las puertas de acceso a las edificaciones y lograron convencer a los maestros convocados de no presentar el examen. No fue fácil conseguirlo porque los granaderos arremetieron contra maestros y maestras por igual, poniendo el cuerpo los varones para que los golpes no alcanzaran a sus compañeras. Fue un triunfo para la lucha magisterial, aunque Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, salió a decir que la prueba había sido un éxito a escala nacional.
La realidad fue que en Sonora solamente se presentaron 2 por ciento de los convocados. Consigné esto en La Jornada el 17 de noviembre de 2015. Sin embargo, las cosas empeoraron para la base magisterial, pues como relata el libro de la maestra Marcela Zazueta, Nos quitaron tanto, que hasta el miedo se llevaron, en el siguiente año cesaron a 43 maestros, y en marzo 2017 a otros nueve, que habrían de recuperar su plaza en el sexenio de López Obrador.
Sin embargo, a pesar de avanzar en aspectos centrales de asuntos públicos, ante la demanda de la abrogación de la ley del Issste 2007, Andrés Manuel no puso su fuerza al lado de los maestros, tampoco al recibir la herencia del pago de las pensiones en UMA, que bajan drásticamente el salario de los jubilados, ni en cuanto a las pensiones en manos de la banca privada, decidiendo no tocar esos intereses.
Es decir, son saldos pendientes de política interna. Son demandas viejas que deben empezar a resolverse, y lo que se ve desde afuera es una disposición clara de llegar a acuerdos por parte de la Presidenta, que ha mostrado gran capacidad y congruencia para defender los intereses nacionales frente a las embestidas externas.
En este punto me parece acertada su propuesta, que sin descalificar la representación de la CNTE y el SNTE, se realicen asambleas de docentes en cada una de las escuelas de la República, lo que ayudaría a recoger las preocupaciones e iniciativas desde la base magisterial, pues es en el aparato administrativo de esas escuelas donde los docentes encuentran el primer obstáculo para su desempeño, y de allí hacia arriba.
Resolver la situación deficitaria de la escuela mexicana requerirá de enormes recursos económicos y de cuadros profesionales de la educación con un rumbo claro de hacia dónde dirigir las capacidades y talentos de niños y jóvenes que formarán el México próximo. Será necesario construir la política que fije rumbo. Quizá en la generación que hoy se manifiesta están esos cuadros requeridos por el pueblo.
*Profesor de El Colegio de Sonora