San Salvador. Cuando Guillermo Cuéllar compuso la llamada Misa campesina salvadoreña a solicitud de monseñor Oscar Arnulfo Romero, ignoraba que el entonces arzobispo de San Salvador, de cuyo asesinato se cumplen hoy 45 años, sería uno de los nuevos santos de la iglesia católica a partir de octubre de 2018.
El cantante y compositor recordó que un día de 1980, monseñor Romero le preguntó que por qué no componía un himno para el Divino Salvador, patrono de El Salvador, y le dijo que sí.
“La hice, se la llevé y la presentó en su última homilía que pronunció en la catedral metropolitana el 23 de marzo de 1980; al día siguiente lo mataron” de un balazo los llamados escuadrones de la muerte, cuando oficiaba una misa.
Según consta en las grabaciones de la histórica homilía oficiada el 23 de marzo en la catedral metropolitana, en la que exigió el cese de la represión gubernamental, su sentencia de muerte, Romero leyó en el sermón dos estrofas de la canción en ciernes que luego sería agregada a las otras que ahora forman los cantos religiosos de la Misa campesina salvadoreña, que contribuyó a concientizar a miles de habitantes que eran explotados:
“Una nota simpática también de nuestra vida diocesana es que un compositor y poeta nos ha hecho un bonito himno para nuestro Divino Salvador. Próximamente lo iremos dando a conocer”. A continuación, leyó la primera estrofa: Vibran los cantos, explosivos de alegría/Voy a reunirme con mi Pueblo en Catedral/Miles de voces nos unimos este día/Para cantar en nuestra fiesta patronal
En medio de los aplausos de los asistentes a aquella última misa, continuó monseñor Romero: “Y así sigue la estrofa, muy sentida por el pueblo. La última es muy bonita”: Pero los dioses del poder y del dinero/Se oponen a que haya transfiguración/Por eso ahora vos, Señor, sos el primero/En levantar tu brazo contra la opresión.
Tras el asesinato del arzobispo, Cuéllar y los demás integrantes del grupo Yolocamba I Ta, que cantan la Misa campesina salvadoreña, tuvieron que exiliarse en México para evitar ser asesinados por los escuadrones de la muerte, creados por el Ejército salvadoreño para impedir el crecimiento de la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
La Misa campesina salvadoreña, traducida ahora a varios idiomas, fue grabada finalmente en agosto de 1980 en la ciudad de México y desde entonces se canta en misas de templos católicos, no sólo de El Salvador.
A propósito del 45 aniversario del crimen contra el arzobispo, Cuéllar comentó en entrevista: “Yo le entregué la letra el viernes 21 de marzo de 1980, pero no sabía que la iba a presentar el domingo 23 y que lo iban a matar del 24. Estábamos grabando en México meses después cuando alguien me llevó un casete con la grabación de la homilía en la que monseñor había presentado dos estrofas de la canción. La grabación con la voz de monseñor se integró así a la canción”.
Guillermo Cuéllar es el compositor del grupo Yolocamba I Ta, formado en 1975 conjuntamente con Roberto y Franklin Quezada, Paulino Espinoza y Alvar Castillo, apoyados por los sacerdotes jesuitas del Externado San José, con sede en la capital salvadoreña.
Ya exiliados, todos ellos encontraron en México “mucho eco en esta vertiente de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB)”, lo que les permitió presentarse en la década de los 80 en la catedral de San Cristóbal de Las Casas a pedido del entonces obispo Samuel Ruiz García, así como en Cuernavaca, Puebla, Guadalajara, Monterrey y mochos otros estados, dijo Cuéllar.
“A México le debemos muchísimo. Te estoy hablando desde la experiencia de un cantor salvadoreño, miembro del grupo Yolocamba I Ta. Varios de sus integrantes terminaron casándose con mexicanas y tienen hijos nacidos en México. Para nosotros México fue un segundo hogar en una época muy difícil, después del asesinato de monseñor Romero. México nos abrió las puertas de sus casas, de su corazón. El pueblo mexicano nos dijo: ‘Sigan cantando, a nosotros también nos hablan sus canciones’. Este es un testimonio de agradecimiento para que se lo comuniques a tus lectores”, expresó Cuéllar durante una entrevista realizada en agosto pasado en San Salvador, en el contexto de la presentación del libro titulado “Doy fe”, escrito por Paulino Espinoza, su compañero en el grupo musical que en esa ocasión se reunió para amenizar el acto.
Recordó que al grabar la Misa campesina salvadoreña incorporaron la voz de la mexicana Cecilia Regalado, “que no se dedicó a la música, pero tenía una voz preciosa. Es una gran amiga. Todavía vive. Ella es la voz femenina que está ahí para la posteridad en la grabación”.
Señaló que “nuestro pueblo vivió en esa época”, antes y después de asesinato de Romero, “con mucho fervor la fe cristiana en el mundo campesino y la Misa popular salvadoreña tiene mucho el sonido de grupos musicales cantando en parroquias del campo con guitarra, mandolina, una chanchona y las mujeres eran el coro”.
Concluyó: “La Misa popular salvadoreña tiene por lo menos 7 u 8 ediciones muy bien grabadas y ejecutadas por coros en países en los que existe una fuerte tradición coral como Suecia, Finlandia y Estados Unidos, pero es cantada en su propio idioma. Esta traducida al finés, grabada en sueco en vivo en la catedral de Gotemburgo en 1990 con un coro de 200 voces”.