Javier Aguirre, técnico de la selección nacional, cree que el tercer intento puede ser el definitivo. Las dos finales anteriores en la Liga de Naciones de Concacaf deja-ron derrotas ante Estados Unidos grabadas en su cabeza. Como el futbol guarda sorpresas, el campeón de las tres ediciones del torneo desde 2019 quedó fuera en semifinales ante Panamá, mejorada, competitiva y cuya capacidad para medirse a los grandes rivales acabó llevándole al partido definitivo en el estadio SoFi de Inglewood, California.
A diferencia del Tricolor, los panameños ganaron tres de sus cuatro enfrentamientos contra el representativo de las barras y las estrellas (Copa Oro 2023 y Copa América 2024), incluida la actual Liga de Naciones. Ese es el mérito de un rival al que Aguirre prefiere mantener a raya. Juega de otra manera. No dudo de nadie ni desconfío de nadie, pero debemos tomar buenas decisiones para no equivocarnos, afirma en conferencia con la voz ronca, consecuencia, según dice, del aire acondicionado en su habitación.
Desde la final de la Copa Oro en 2023, en la que México se impuso 1-0 con un gol de Santiago Giménez, las dos naciones definen por primera vez un campeonato de Concacaf. Una victoria puede dar tranquilidad al ciclo de Aguirre. Sus antecesores en el cargo –Diego Cocca y Jaime Lozano– pagaron las consecuencias por no poder ganar el torneo, pero el seleccionador de 66 años repite casi como un eslogan que lo más importante es preparar al equipo para el Mundial de 2026.
Presión existe, pero la obligación es salir a ganar. Quien no entienda la crítica y la responsabilidad de estar en este puesto, no sabe nada de esto, comenta El Vasco con la confirmación de tres titulares para enfrentar a Panamá –Luis Ángel Malagón, Edson Álvarez y Raúl Jiménez– y el regreso del central César Montes, ausente en el triunfo ante Canadá en las semifinales por acumulación de tarjetas.
Un grupo con mucho ánimo
Hay un grupo animado, con ganas de revertir esa situación, ese divorcio con la gente. Pero paulatinamente, por el cariño que hemos recibido, da la sensación de que están contentos con lo que han visto, señala. Las formas van de la mano. Jugar bien casi siempre está relacionado con ganar, pero el rival cuenta. Panamá tiene ánimos de revancha por la final de la Copa Oro y eso lo hace doblemente peligroso.
La Roja, comandada por el técnico hispano-danés Thomas Christiansen, quien llegó en 2020 y está en su segundo ciclo al frente del cargo, quedó a las puertas del repechaje de Concacaf en la pa-sada eliminatoria rumbo al Mundial de Qatar 2022. Cuatro años antes alcanzó su primera clasificación a Rusia 2018 bajo el mando del colombiano Hernán Darío Gómez, ahora seleccionador de El Salvador.
Jugadores excepcionales
“En nuestro país ha habido jugadores excepcionales. Hugo Sán-chez, Tomás Boy, Rafa Márquez, Cuauhtémoc Blanco, elementos que sólo con mencionarlos dan cuenta de que eran líderes. Hoy tenemos más seleccionados de ese perfil y eso les da un plus, habla de que ven más allá de la zona de confort”, sostiene a manera de cierre, mientras el Mundial va creando imáge-nes viejas en su mente relacionadas con el estadio Azteca y la edición celebrada en casa en 1986.
La siguiente Copa es en casa, ese es el mayor eslogan que yo manejo en el vestidor. Va más allá de títulos, derrotas, descensos o despedidas. Esta va a ser mi décima final, pero ninguna supera la experiencia de jugar en el Mundial de 1986. Es lo mejor que he tenido en 50 años de carrera en el futbol. Me lo imagino y trato de transmitirles eso a estos hombres. Venimos a este torneo con ganas de ganarlo, la ilusión la tenemos todos.
