Cientos de zapatos sin dueño, símbolo de la desaparición en México, siguen esparcidos por distintas plazas del país. Aquí, en la Rotonda de los Desaparecidos de Colima, permanecen junto a la ropa y veladoras desde la jornada de luto del 15 de marzo, cuando el efecto Teuchitlán recorrió casi la totalidad de la geografía de donde provienen los más de 120 mil desparecidos y desparecidas reconocidos por el Estado.
El 20 de marzo, 15 días después de que el Colectivo Guerreros Unidos de Jalisco ingresara al infierno localizado a menos de una hora de Guadalajara, se abrieron las puertas del Rancho Izaguirre para medios y familias buscadoras, en un operativo de la FGR calificado por ellas de indigno, cruel, revictimizante, circo, tour del horror, desilusionate, desolador, frustrante y doloroso.
Llegaron a Teuchitlán de muchas partes de México. De Colima, por ejemplo, fue la Red desaparecidos y el Colectivo Solidario de Tecomán. Ellas, y las de Guanajuato, San Luis Potosí, estado de México, Morelos y Guerrero, entre otros estados, fueron en busca de un zapato, una camiseta, un pantalón, una mochila, o el resto del cuerpo de un ser querido. Pero hasta eso les fue negado.
Queremos encontrar, pero no queremos, declara una madre en una imagen televisada. Su sentir es el de todas. Si llegan a reconocer una prenda sabrán que su hijo, hija o esposo estuvo ahí, y el horror de imaginar su destino lo nublará todo. Y si no reconocen nada, seguirá el calvario de la incertidumbre. No hay final con paz para ninguna. Lo pintaron, lo barrieron, lo arreglaron todo. Es una burla para nuestro dolor, denuncia en el rancho abierto sin ton ni son Patricia Sotelo, quien desde hace cuatro años busca a su hija Fanny Areli.
Y, en medio, el insultante espectáculo de la disputa por la narrativa del oficialismo y la derecha opositora. Que si sí se quemaban cuerpos, pero no era crematorio. Que si sí se entrenaba y ejecutaba a jóvenes reclutados, pero no era un campo de exterminio. Les importan tanto las palabras. Esta historia, dicen en Colima, no los absolverá. Y será contada por las madres, los padres, esposos y esposas, hermanos y hermanas, hijas e hijos de las victimas de la desaparición, a lo largo y ancho del país.