No decepcionó el titular de la Fiscalía General de la República (FGR). Fue el de siempre, el sabido. Malabarista del derecho, acomodador a petición de parte superior, lento a conveniencia, enredador a título de un presunto estado de derecho que trata de lucir como si refulgiera. Congruente con su historial, sin engaño alguno.
El objetivo central fue cumplido: primer informe, sin nada esencial que informar, salvo el centrar los dardos en la indefendible fiscalía jalisciense de justicia, exhibida en su ineficacia y abandono, que no se entienden desde la incapacidad o sólo la torpeza, sino en el cuadro de complicidades criminales del periodo de gobierno encabezado por Enrique Alfaro, en continuidad de lo antes sucedido durante gobiernos panistas y priístas igualmente entendidos, en mayor o menor grado, con la realidad dominante de estados como Jalisco.
Gertz acusa a la fiscalía jalisciense de graves conductas, pero al mismo tiempo espera que esa fiscalía le proporcione el material adecuado para ver si la federal atrae el caso estadual, tan contaminado y deformado, pero, a fin de cuentas, base para que tome decisiones el jefe del aparato igualmente contaminado y deformado de la FGR. El implacable fiscal federal se deja todas las puertas abiertas para optar en su momento por la que más le convenga. No ejerce de manera contundente la facultad de atracción del caso manipulado y por manipular, y remite todo a la discrecionalidad que podrá ejercer en futuros momentos y circunstancias.
La discusión central seguía asumiendo posicionamientos a partir de las no definiciones o pocas definiciones emitidas por Gertz. Los opositores a la 4T tachaban al fiscal de maniobrar en lo sustancial, es decir, en el presunto encubrimiento de la no probada condición de centro de exterminio del rancho Izaguirre y la supuesta conversión de México en un narcoestado (con Trump y sus halcones frotándose las manos). Los seguidores de la 4T, por su parte, se aplicaban en enfatizar que no hay comprobación de tal centro de exterminio y que la responsabilidad sustancial (casi única, según algunas voces) recae en Jalisco, su fiscalía, su ex gobernador Alfaro y, dependiendo de su comportamiento en estas horas definitorias, del actual mandatario, Pablo Lemus.
Mientras tanto, en tierras jaliscienses se han producido enfrentamientos de fuerzas federales con presuntos criminales en zonas de particular influencia del jefe del cártel con denominación local, pero negocios y fuerza a escalas nacional e internacional. En Sinaloa se desató hace más de seis meses la feroz guerra entre dos bandos, llamados mayitos y chapitos, con saldo negativo para ambas partes y graves consecuencias para la población en general de la región, no sólo en Culiacán. Parecía que la organización criminal jalisciense, con varios mandos principales que son oriundos de Michoacán, estaba un tanto a la distancia de graves perturbaciones como las del noroeste, pero con los enfrentamientos de días recientes y lo sucedido ayer se vislumbra que va entrando al túnel de temporada que al final tiene los jurados, las cárceles y los intereses de Estados Unidos.
Como suele suceder cuando se aprehende o persigue a personajes relevantes de los cárteles, hubo quema de vehículos, bloqueos carreteros e intercambio de disparos de armas de fuego, con saldo mortal. La presidencia municipal del sitio clave colocó un mensaje en redes sociales: "Informamos a la ciudadanía de Autlán y sus alrededores que esta tarde se han registrado sucesos de seguridad en zonas cercanas al municipio". Ya se verá hasta dónde avanza la acometida contra el cartel con sede occidental, ¿sólo una venganza por agresiones mortales contra militares y advertencia fuerte por hechos como las desapariciones y los campamentos? ¿O el intento de detención del otro jefe criminal de primer nivel, para efectos de extradición? ¡Hasta mañana!
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