Ciudad de México. Hela allí, frente a 65 mil seres que ebullen, que claman su nombre y la vitorean, que corean sus canciones, que gritan desaforados, que se subyugan y se extasían, que se desenfrenan y viven al tope el momento, como si fuera el único o el último en su existencia.
Atrás ha quedado la impaciencia y el malsabor de una inexplicable espera de 90 minutos, según el horario anunciado por los organizadores que comenzaría el espectáculo, las 20:30 horas.
Allí está, pues, Shakira en el primero de sus siete conciertos en el Estadio GNP como parte de Las mujeres ya no lloran World Tour, con lo que ha marcado un hito al ser la primera artista que más ocasiones ha llenado de forma consecutiva este recinto, tras agotar las localidades de cada una de esas presentaciones, que se extenderán hasta el 30 de marzo.
Así lo hace saber la propia cantante y compositora durante la primera de las varias ocasiones que toma la palabra, tras saludar con “un buenas noches, México”, ante la euforia colectiva, y asegurar que “juntos estamos haciendo un récord histórico, gracias al cariño que me dan”. Enseguida promete dar lo mejor de sí y remarca: “Definitivamente, no hay mejor reencuentro que el de una loba con su manada mexicana”.
Foto Luis Castillo
Menudita y atlética, con su 1.57 metros de estatura luce imponente en el escenario, entre un aluvión de luces y efectos especiales, entre ellos llamaradas de fuego, que la perfilan aún más como una amazona de cabello hirsuto, ilimitada energía e hipnóticos movimientos de cadera. Tan delicada como poderosa.
Es inocultable el vínculo estrecho entre la artista de Barranquilla y sus seguidores mexicanos, que desde el principio la quieren, la arropan, la apapachan y le festejan lo más mínimo, a lo que ella no es indiferente: se deja querer queriéndolos también, ofrendándose sobre el escenario, apasionada, con su potente y bien entonado vozarrón de fuego y sus vistosas y hechizantes coreografías, en las que da cuenta lo mismo de su arrojada sensualidad que de un infatigable derroche atlético. ¡Qué le duran sus 48 años, cumplidos el 2 de febrero pasado.
Sin dar tregua a los ensordecedores gritos de sus fans, abre el espectáculo con La Fuerte, y la estridencia crece cuando se despoja frente al público de su body para interpretar en un uncido vestido que resalta su bien torneada figura la segunda de la noche, ahora en inglés, Girl like me.
Llega el tema Las de la intuición, con cinco acompañantes femeninas de su cuerpo de baile. Las gradas del inmueble, se bambolean con este tema que liga a uno de sus grandes éxitos: Estoy aquí, ante la demencia colectiva.
A eso vinieron sus seguidores, a gritar sin limitaciones y desgañitarse, a saltar y cantar en su lugar hasta extenuarse, a sudar no obstante el drástico descenso de la temperatura noctuna, a sentir en la caja torácica y toda la epidermis esa emoción desbordante y desbordada. El miocardio es un Fórmula 1 desbocado en una extensa recta.
Foto Luis Castillo
Cantante, compositora, bailarina, multiinstrumentista, actriz, productora y empresaria, Shakira Isabel Mebarak Ripol — su nombre completo— llega a esta cita casi siete años después de su más reciente visita, en octubre de 2017. Y lo hace tan impetuosa como imponente, ofreciendo un recorrido no lineal por sus grandes éxitos, así como compartiendo sus más recientes producciones. Al fin y al cabo, una inmersión en su biografía, ya que ella mismo ha dicho que muchas de sus canciones son el reflejo de su vida.
Así han sonado Antología, Ojos así, Pies descalzos, Sueños blancos y Soltera. No podían faltar, ¡obvio!, aquellas en las que tunde duro y bonito al ex futbolista del Barça y su ex pareja sentimental Gerard Piqué, como Te felicito, Monotonía y Última, entre otras.
En su segunda intervención, habla al respecto, sin mencionar nunca al destinatario, refiriendo que los tres años recientes han sido difíciles, “y que de las caídas nadie se salva, pero si algo he aprendido es que la caída no es el final, sino el comienzo de un vuelo mas alto.
“Y es que nosotras, cada vez que nos caemos, nos levantamos. Y es que si queremos llorar, lloramos, y si no queremos llorar, nos ponemos a trabajar y facturamos..¡Bienvenidos al club de las mujeres ya no lloran!”.
El escándalo entre la audiencia para este momento es indescriptible. Ha transcurrido casi dos horas del concierto y si algo sobra al interior es energía y entrega de artista y público, una noche de mar volcado.
Ha sido un electrizante recorrido por un playlist sentimental que ha dejado su impronta en más de una generación, con cerca de una treintena de temas que mantienen siempre al tope el ánimo y las emociones de estos 65 mil adeptos de la colombiana, que, como prometió en agradecimiento a México, que creyó en ella y le ha dado tanto, ha dado lo mejor de sí, sin reservas.