Tokio. Cada paso, swing y sonrisa de Shohei Ohtani fueron seguidos intensamente esta semana durante su regreso a casa en el Tokyo Dome, un evento que haría que la mayoría de los mortales se marchiten bajo la presión.

El toletero japonés era presentado antes de cada turno al bate entre fuertes rugidos que se prolongaban hasta segundos antes del lanzamiento, momento en el que el público entraba en un silencio casi absoluto, normalmente reservado para eventos como Wimbledon o el Masters. Cada potente jonrón, incluso si producía una bola de falta, provocaba asombro entre los aproximadamente 42 mil aficionados que esperaban ver si el héroe nacional cumplía su promesa.

Y luego lo hizo.

Porque claro que lo hizo.

Ohtani conectó un imponente jonrón solitario en su regreso a Japón, impulsando al lanzador de los Cachorros de Chicago Nate Pearson con una pelota que apenas superó la cerca del jardín derecho-central y ayudando a los Dodgers de Los Ángeles a vencer a los Cachorros de Chicago 6-3 para barrer la serie de dos juegos en Tokio.

"Es un poco ridículo", dijo su compañero de los Dodgers, Tommy Edman. "Es como si estuviera jugando un videojuego. Todos estamos ahí, esforzándonos al máximo, intentando hacer todo lo posible por ganar un partido, pero él simplemente juega a un juego completamente diferente".

“Es una locura ver las cosas que hace a diario”.

Es difícil imaginar la presión que Ohtani sintió durante su tan esperado regreso a su país natal, y el mánager Dave Roberts dijo que pudo sentir las emociones de la estrella, especialmente durante el himno nacional japonés el martes por la noche. Parecía que su foto aparecía en la mitad de las vallas publicitarias de Tokio, y una gran parte de los anuncios previos al partido en la pantalla del jardín central mostraban su rostro.

Después de admitir que estuvo algo nervioso durante el jonrón de la temporada del martes, el toletero estaba más relajado un día después.

Esto dio lugar a otro momento del beisbol que vivirá en la historia de la MLB durante bastante tiempo.

Ohtani conectó una recta de 99 mph desde Pearson y la multitud rugió mientras la pelota describía un arco majestuoso hacia el jardín. Algunos aficionados intentaron atrapar la pelota, pero no la atraparon. El jardinero de los Cubs, Pete Crow-Armstrong, lanzó la pelota de vuelta a las gradas y un niño japonés de 10 años recibió un valioso recuerdo.

"Me alegré de haberle pegado un jonrón a un lanzador bastante bueno", dijo Ohtani. "Pensé que la pelota iba a viajar un poco más, pero me alegro de que al menos llegara a las gradas".

El jonrón fue confirmado después de una revisión del árbitro y le dio a los Dodgers una ventaja de 6-2, para el deleite de los aproximadamente 42 mil asistentes.

Fue otro ejemplo de cómo Ohtani aprovechó la oportunidad en una ocasión importante. El jugador de 30 años también conectó un jonrón en un partido de exhibición el sábado contra los Gigantes de Yomiuri.

“Sé que Shohei se pone los pantalones como todos, una pierna a la vez”, dijo el mánager Dave Roberts. “Pero si hay un superhéroe, creo que Shohei parece una superestrella. En los partidos más importantes, en los momentos más importantes, siempre parece cumplir”.

El jonrón fue el tercer hit de Ohtani en la Serie de Tokio de dos juegos. Se fue de 5-2 con un doble y un sencillo en la victoria de los Dodgers por 4-1 el martes por la noche.

"Me alegra que mis compañeros hayan podido experimentar Japón dentro y fuera de la cancha, pero lo más importante es que conseguir dos victorias es algo realmente enorme para nosotros", dijo Ohtani. "Me alegra que regresemos a Estados Unidos con buen pie".

Ohtani, quien terminó de 1 de 3 con dos bases por bolas este miércoles, tuvo dos apariciones más en el plato después del jonrón.

Recibió un boleto intencional en la séptima, lo que provocó una fuerte desaprobación por parte de la afición. Ohtani tuvo una oportunidad más en la novena con corredores en primera y segunda con un out, pero recibió otro boleto para llenar las bases antes de que Tommy Edman conectara un roletazo para doble play.

Esto no logró empañar el ánimo en Tokio, donde la excelencia de Ohtani quedó en evidencia una vez más.