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El calentamiento global y el gobierno de Donald Trump

17 de marzo de 2025 00:03

Una semana después de haber ganado las elecciones, Donald Trump designó al ex congresista republicano Lee Zeldin para dirigir la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Zeldin cumplió cuatro mandatos en la Cámara de Representantes donde siempre votó contra protecciones ambientales básicas y de crear empleos en el sector de energías renovables. La designación se produjo después de que se supo la idea de trasladar la sede de la EPA fuera de la ciudad de Washington. Muchos funcionarios de carrera de la EPA advirtieron que la abandonarían. 

Trump elogió la formación jurídica de Zeldin y ser un luchador por las políticas de “Estados Unidos primero”. Agregó que “garantizará decisiones desreguladoras justas y rápidas que liberen el poder de las empresas estadunidenses”, pero manteniendo las normas ambientales más estrictas en la calidad del aire y el agua, que serán las más limpias del planeta”. 

Pero no habrá tal calidad de esos dos elementos claves, ni Estados Unidos logrará el crecimiento económico sin depredar. La política de Trump y sus aliados financieros tiene como objetivo eliminar las normas ambientales que consideran “estrictas”, so pretexto de que frenan el crecimiento económico y restan a muchas ramas de la industria la capacidad de producción. Algunas normas se relacionan con la contaminación del aire y el agua y fueron aprobadas durante el gobierno de Joe Biden. 

Fiel a Trump, Zeldin no tiene los conocimientos para llevar a buen puerto los asuntos ambientales del país. Su misión es dar vía libre a la explotación a gran escala de los hidrocarburos, para garantizar el dominio energético de Estados Unidos; impulsar la fabricación de vehículos que consumen hidrocarburos y convertir a su país en líder mundial en inteligencia artificial. Sostiene que logrará todo eso sin contaminar el agua y el aire. 

La reacción de los grupos ecologistas y los científicos por la designación de Zeldin fue muy clara: no tiene la capacidad para desempeñar el cargo y su misión es reducir el trabajo regulatorio de la EPA. Recuerdan que como congresista votó contra los trabajos de la EPA destinados a regular a las compañías petroleras; por no otorgar incentivos a las energías verdes; contra la protección del agua y el aire limpios, y las medidas para evitar la contaminación por metano. 

También Zeldin criticó a la administración anterior por cancelar el propuesto oleoducto Keystone XL, el cual transportaría millones de litros de petróleo desde Canadá a refinerías en Estados Unidos; y por reincorporar a su país al Acuerdo Climático de París, que Trump retiró en su primer mandato. 

Prueba de su ignorancia del tema ambiental la dio durante su audiencia de confirmación en el Senado. No supo responder las preguntas de los legisladores sobre el papel de la EPA en la reducción de la dependencia estadunidense de los combustibles fósiles. Pero en un giro inesperado, reconoció que el cambio climático es real y una amenaza. Algo que durante la primera administración de Trump, él y los encargados de la EPA calificaron de “engaño”. 

Los legisladores recordaron a Zeldin la resolución de la Corte Suprema (en 2007), por la que le concedió a la EPA toda la autoridad para regular los gases de efecto invernadero, además la Ley de Aire limpio, que busca garantizar la salud y el bienestar de la población. 

En el Senado Zeldin mostró su inclinación por el uso de todo tipo de energías, pero “sin sofocar la economía”. Y eludió responder sobre la agenda ambiental de Trump, que comenzó con la orden ejecutiva para retirar nuevamente a Estados Unidos del Acuerdo de París. Será con Irán, Libia y Yemen los únicos que no forman parte de dicho Acuerdo. Además, firmó otras órdenes donde prioriza la energía fósil frente a la renovable y retirar a su país de cualquier acuerdo relacionado con el ambiente, pues “éstos obligan a enviar el dinero de los contribuyentes estadunidenses a “países que no lo necesitan, o merecen”. 

Además, dejó sin efecto el compromiso de su antecesor de que Estados Unidos se comprometía a reducir las emisiones de gases que causan el calentamiento global entre 61 por ciento y 66 por ciento para 2035 respecto a 2005. 

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