Yo soy Blanca Rodríguez, u-ru-gua-ya. Soy profesora de literatura y periodista; trabajé durante 38 años en el Canal 10, y en la radio El Espectador, en Montevideo, Uruguay. Mientras fui periodista, pude escribir libros, como usted ha hecho. Ahora soy senadora electa por el Frente Amplio y me enorgullece visitar a México.
–Qué bonito. ¿Cuál es el motivo de su visita a México, Blanca?
–Escribí un libro El correo del general, una investigación y una selección de la correspondencia del general Liber Seregni en prisión. Se había publicado su correspondencia política, pero la privada no. En 2003, el general Seregni me llamó para decirme que le gustaría que yo trabajara con él. Nos reunimos muchas tardes, y con su esposa, porque en realidad la dueña de las cartas era ella, quien las había escrito. Elegimos las misivas, pero además, en cada conversación, él me contaba en qué circunstancias las había recibido, y ella, cómo y cuando las había recibido, durante años de mucho miedo, soledad, dolor. Ella se quedó sola, porque sus hijas también tuvieron problemas para permanecer en Montevideo. Entonces fue muy lindo, porque cada carta tenía su clima, el recuerdo de un momento difícil o feliz de su vida. El general Seregni le hace una declaración de amor, todas las cartas terminan con un: te amo y el dibujito de un clavel o de una rosa con un consejo: Por favor, deja de fumar; Por favor, cuídate; Por favor, recuerda que te amo; “Hoy es domingo, ¿por qué no pones el bolero Domingo sin ti, y lo escuchas y recuerdas los tiempos que pasamos juntos?” En cada carta, él le promete un futuro; o sea, cada misiva tiene que ver con ese momento tan triste que están viviendo, él la convoca a soñar con lo que está por venir. Es muy esperanzador.
“En una conversación con ellos, me contaron que el general Seregni estuvo aquí en México y trabajó en Puebla, en el Observatorio Astronómico de Tonantzintla, con Guillermo Haro, el reconocido astrofísico. Seregni contó que además aprendió muchísimo con el astrónomo, a quien acompañó a observar. Hicieron muy buena amistad; él tenía preciosos recuerdos de su tiempo como observador astronómico en México, donde además generó una camaradería con otros científicos a cargo de Haro.
“En México, su esposa quedó embarazada y decidió ir sola a tener a su primera hija en Montevideo, y él le pide que le ponga el nombre de una estrella, y él le pone Betel por Betelgeuse, una estrella roja cercana al Sol, que observaba con Guillermo Haro. Liber Seregni tenía un lindísimo recuerdo de su estadía en Tonantzintla. El general Seregni me habló de Guillermo y me habló de usted; supe que años después, Seregni la recibió en Montevideo y la invitó a cenar.”
–Sí, cuando el Frente Amplio ganó las elecciones me pareció que a Uruguay había llegado la luz y nuestra reunión fue muy feliz.
–Uruguay es un país muy lector. La literatura latinoamericana tiene una presencia importante entre nosotros y conocemos a sus clásicos, pero también a jóvenes. Ahora me llevo una cantidad de libros de jóvenes escritoras mexicanas que todavía no llegan a Uruguay.
“El general Liber Seregni era un general atípico, porque, por un lado, tenía formación militar, y por otro, era intelectual. Me convocaba a las tres todos los días para dictarme sus escritos y yo sabía que tenía que llegar a las tres en punto. Además de tener esa formación intelectual tan disciplinada, era un hombre con muchos intereses, porque mientras hizo su formación militar asistió a las tertulias de cafés de intelectuales en Montevideo y se hizo amigo de la famosa Generación del 45, la de Benedetti, Idea Vilariño, Amanda Berenguer y Ángel Rama, en Montevideo.
“Seregni frecuentaba a los creadores de su época. Él me decía que esa disciplina intelectual de lectura y escritura le permitió sobrevivir en la cárcel, porque él estaba confinado a un espacio muy reducido, y se organizó de tal manera que todos los días hacía su caminata y contaba los pasos para mantenerse bien; además, leía hasta que se ponía el sol en los barrotes, y eso lo salvó, porque además se acostumbró a hacer ejercicios matemáticos y a mantener su capacidad de cálculo. En el libro que escribí, publiqué la lista de los que él leyó en la cárcel, y es impresionante; a su esposa le pedía El banquete, de Platón; El otoño de la Edad Media, y ensayos difíciles, porque quería seguir formándose. No pedía ficción.
“El general Liber Seregni murió el 31 julio de 2004, pero pudo ver su libro publicado un mes antes y lo disfrutó. Se hicieron varias ediciones. Seregni murió en julio y en octubre ganó las elecciones el Frente Amplio, por primera vez. Lamentamos mucho que él no llegara a ver ese triunfo, porque él tuvo la visión de crear ese partido político, que es una coalición de varios partidos: socialista, cristiano, comunista y radical reunidos en un mismo Frente Amplio. Seregni no pudo ver el triunfo, pero sí pudo visibilizarlo.
Hoy, Seregni es una figura muy importante en Uruguay, porque es transversal a todos los partidos políticos. Lo admiran los de izquierda, lo admiran los conservadores, debido a que era un hombre de una integridad y de una ética incomparables. Siempre habló de la ética, de la responsabilidad moral; era un hombre de lealtad institucional que no decayó ni en los peores momentos de tortura y encierro. Es un orgullo haberlo conocido y haber sabido de su esposo a través de él y de la historia de Uruguay.
–Qué recuerdos tan conmovedores tiene usted, Blanca.
–Le traje el libro de Fernando Butazón, excelente escritor uruguayo que investiga el último hallazgo de restos de desaparecidos enterrados en un cuartel del ejército uruguayo.
–También en México aparecen restos de desaparecidos.
–Soy hija de inmigrantes gallegos en Uruguay. Soy la única uruguaya, porque mi hermana nació en Galicia, en la Coruña. ¿Conoce Galicia, Elena?
–Sí, porque en la Coruña me honraron con un doctorado. Lo recibí en una noche mágica al lado del mar. Ahí contemplé un estremecimiento enorme de estrellas, como si viviera el principio del mundo.
–Sí, Elena, se trata de la torre de Hércules. Mis padres salieron de Coruña a Uruguay por el franquismo, y viajaron con mi hermana mayor. Yo nací en Uruguay de esta familia de gallegos que lo que más deseaba era que estudiáramos e hiciéramos lo que ellos no habían podido. Y, bueno, así fue, estudiamos, nos recibimos, me especialicé en literatura y fui profesora algunos años en secundaria y preparatoria en Montevideo. Derivé hacia el periodismo durante 38 años. El presidente Pepe Mujica me propuso iniciar mi carrera política en la izquierda, en el Frente Amplio, para apoyarlo, porque se enteró de que yo quería retirarme.
“Acepté y salí electa y soy la primera senadora del Frente Amplio e hice una gran campaña por los libros. Quiero que a la gente le llegue la lectura, porque estoy convencida de que en esas canastas de alimentos que da el gobierno el libro es indispensable.
En las casas de la gente más vulnerables no hay libros. En México he encontrado a jóvenes que leen, y usted tiene la enorme fortuna de que la librería Gandhi esté a dos pasos de su casa, y lo sé porque Uruguay tuvo un exilio en México durante la gestión del embajador Muñiz Arroyo, quien albergó a más de 200 personas, entre ellas algunas embarazadas a las que él les dejó su cama. José Antonio Muñiz Arroyo les dio refugio en la embajada. Fue un héroe. Los tuvo meses hasta que logró un acuerdo con la dictadura para sacarlos del país. Los llevó uno por uno hasta el avión y él viajó hasta Argentina con los uruguayos para asegurarse de que estuvieran a salvo y llegaran a México. Entre ellos, vino todo el grupo de teatro de El Galpón, que se instaló en México. La idea es seguir caminando juntos, Elena.