Parafraseando a Guerrita, cuando no se entiende, no se entiende y, además, es imposible por la falta de entendederas en ambos bandos. Si hace casi 40 años los del negocio taurino, en vez de conservar la bravura fueron adaptando esta a las exigencias de unos cuantos metidos a figuras, ¿cómo pensaban acreditar y fortalecer la fiesta brava? Si en ese lapso sucesivas autoridades de la Ciudad de México y de la alcaldía Benito Juárez prefirieron hacerse de la vista gorda ante los autorregulados emprezafios, ¿a dónde querían llegar unos y otros?
Menudo problema político nacional provocará el gobierno capitalino de Clara Brugada cuando sus afanes protectores animalistas intenten hacerse extensivos a toda la República. Piénsese en estados como Tlaxcala, Hidalgo, Aguascalientes o Yucatán, donde la tradición taurina arraigó en amplias capas de la sociedad como expresión cultural e identitaria. El sueño federalista continuará adelgazando mientras la Carta Magna sigue engordando entre adiciones y adicciones. Con el centralismo, todos plegados al pensamiento único del mundo civilizado. ¿Ok?
En reciente columna en La Crónica, el periodista Rafael Cardona afirmaba: “En México los amigos de la fiesta –o sus devotos, o sus adoradores, o sus aficionados–, no se han retirado de la discusión. Se han retirado de las plazas y eso ha facilitado la embestida de los oportunistas cuya sensiblería no debe ser confundida con la sensibilidad… La fiesta de toros ha sido vencida por el tiempo, la especulación inmobiliaria, la mala crianza del ganado bravo cuya mansedumbre (valga el oxímoron), espanta; la cobardona comodidad de los toreros devenidos en estrellas de magazine, la invasión de modos, modas y actitudes anglosajonas y por el empuje de la urbanización y hasta de la Reforma Agraria”.
Y en otra columna en El Heraldo, el ubicuo comunicador observó: “Si el asunto a considerar es el dolor de los seres ‘sintientes’ (hasta los girasoles sienten la luz del sol) pues entonces supriman todos los dolores del mundo; actúen contra el dolor de boxeadores (as) y luchadores (as)ensangrentados (as) o de plano hagan algo contra el sufrimiento en rastros, destazaderos y demás, e inauguren, con platillos y tambores, la incruenta plaza de toros sin violencia en Teuchitlán, Jalisco. Esa es la violencia verdaderamente inhumana y contra ella no han podido”, concluía Cardona.
Instrucción internacional contra la tauromaquia fue recibida en ese penoso trampolín que es el Congreso de la Ciudad de México el 17 de febrero de parte de la presidenta de Animal Defenders lnternational, Jan Creamer, quien instruye: Los espectáculos con animales pertenecen al pasado, a un tiempo en el que no teníamos evidencia científica sobre la sintiencia, la inteligencia, la capacidad de comunicación y de construir herramientas, los lazos familiares y las emociones de las otras especies. El maltrato animal por diversión (¿?) no tiene justificación en la sociedad moderna. Respetuosamente, le solicitamos que apruebe esta iniciativa ciudadana que refleja el clamor ciudadano (¿?) que no entiende cómo puede resultar placentera, alegre o jocosa la tortura y muerte de un animal a manos de varios humanos. O sea, no entiendo nada pero repruebo todo y lo vuelvo universal.
Lo dicho, los niños gringos son llevados a los toros para, de adolescentes, ser llevados a otros países a asesinar civiles y a defender la democracia. ¡Cuánto cinismo, ahora adoptado por el falso afán de transformar, no de desaparecer! Ya hablaremos de los coautores del asesinato de esta tradición.