Moscú. Mientras se tienen ya las primeras evidencias de que Ucrania comenzó este miércoles a retirar sus tropas de la región rusa de Kursk –al menos, dejaron la ciudad de Sudzha, conforme a las imágenes más recientes de satélites que usan proyectos de análisis de datos abiertos de inteligencia como el ucranio Deep State para detectar la zona en que hay combates–, el Kremlin no quiso pronunciarse sobre la propuesta de Estados Unidos de declarar un alto el fuego durante 30 días, argumentando que espera recibir información detallada sobre los entendimientos alcanzados en la reunión (el martes) de emisarios de Estados Unidos y Ucrania en Yeda, Arabia Saudita.
Siete meses después de convertirse en una auténtica piedra en el zapato del Kremlin, tras realizar una sorpresiva incursión con cero valor militar y gran significado político al adentrarse mil 200 kilómetros en territorio internacionalmente reconocido como parte de Rusia, las tropas ucranias –en este momento 10 mil efectivos de las unidades mejor preparadas y armadas, pero en inferioridad numérica frente a su enemigo en una proporción de 5 soldados rusos por un ucranio, de acuerdo con estimaciones diversas– optaron por iniciar el repliegue paulatino hacia su territorio.
La opción de quedarse ahí, según hicieron notar Nikolai Mitrojin y otros analistas militares, era equivalente a condenar a las tropas en Kursk a ser exterminadas o caer en prisión ante lo que describen como maniobra táctica del Estado Mayor ruso al trasladar efectivos del frente de Donietsk, donde desde diciembre pasado dejaron de observarse avances de las tropas de Moscú.
Reforzados con militares norcoreanos, sostienen observadores como Yan Matveyev, los rusos amenazaron con cercar al grueso de los ucranios empecinados en mantener Sudzha, como símbolo de la humillación de Rusia, que no había sido invadida durante los 80 años recientes desde que los soviéticos derrotaron a los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
La situación se volvió crítica y el general Oleksander Sirskyi, comandante en jefe del ejército ucranio, dio la orden de replegarse –sostienen varios expertos– cuando se presentó una coyuntura más favorable para Ucrania al aceptar en Arabia Saudita (el martes) la propuesta de Estados Unidos de declarar una tregua de 30 días, si Rusia hace lo mismo, lo que desbloqueó la ayuda militar estadunidense a Kiev y el intercambio de información de inteligencia.
Ahora, visto con los ojos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que en opinión de analistas pasa por alto las raíces de la ruptura entre Moscú y Kiev, lo que anticipa unas largas y complejas negociaciones que no van a terminar si ambas partes no hacen concesiones, y reduce todo a la fórmula de si los contendientes están en favor o en contra del alto el fuego propuesto por él, Ucrania “quiere la paz” y Rusia aún dice ni sí ni no.
Y Rusia no lo ha hecho, según dijo este miércoles el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, por cuanto “estamos estudiando con detenimiento las declaraciones que se hicieron al término de la reunión, la declaración conjunta (que emitieron Estados Unidos y Ucrania) en Yeda, Arabia Saudita. Partimos de lo dicho anoche (martes) en Yeda de que el secretario de Estado, (Marco) Rubio, y el consejero de Seguridad Nacional, (Mike) Waltz, nos van a informar estos días por diferentes conductos acerca de los detalles de las conversaciones y de los entendimientos alcanzados”.
Peskov reveló que Moscú mantiene estos días “contactos intensos” con Washington para “obtener información completa” sobre todo lo que se está discutiendo y, “si surge la necesidad de una conversación telefónica al máximo nivel (entre Vladimir Putin y Donald Trump), se podrá organizar pronto, ya que los canales de comunicación que existen con los estadunidenses permiten hacerlo rápido”.
Mientras se hace pública la posición oficial de Rusia ante la propuesta de Estados Unidos, ya aceptada por Ucrania, muchos rusos se preguntan si el Kremlin va a aceptar una tregua que ha rechazado en infinidad de ocasiones.
Por lo pronto, en sus noticiarios de esta mañana (miércoles) la televisión pública rusa puso el acento en que Ucrania se vio forzada a declarar el alto el fuego por la “situación en el frente”, que es “donde se fijan las condiciones, y no en Estados Unidos”.
En ese sentido se pronunció el senador Kostantin Kosachov, vicepresidente de la cámara alta, al señalar que “Rusia está avanzando (en la guerra) y con Rusia va a ser diferente (a Ucrania, que aceptó las condiciones de EU). Cualquier acuerdo que se logre, aun concediendo que tendrá que haber fórmulas de compromiso, se hará bajo condiciones nuestras, no las estadunidenses. (…) Washington tiene que entender que los verdaderos acuerdos se escriben en el frente (de guerra)”.
El diputado Viktor Soboliev, general retirado y asiduo comentarista de la televisión pública, de plano afirmó que una tregua “es inadmisible” porque, en su opinión, “sólo servirá para que los nazis ucranios se rearmen”, tesis que comparte su colega Yevgueni Fiodorov para quien la propuesta de EU “es una trampa” y el presidente Donald Trump “un experto en engañar”.
Para el grupo de análisis militar Rybar, cercano a un sector del Estado Mayor del ejército ruso, “nadie toma en cuenta los intereses de Rusia. (…) Si para nosotros concluir el conflicto bajo nuestra condiciones es una cuestión existencial, para Occidente es una simple oportunidad de acumular méritos y colgarse la etiqueta de pacificador. No hay que creer el cuento de que promueven la paz, a la primera de cambio se olvidarán de la paz”.
Los blogueros militares rusos, en su mayoría partidarios de continuar las hostilidades, son más categóricos en sus opiniones en la red Telegram. El canal Dos Mayores, por ejemplo, considera que “si esas son las propuestas que nos va a hacer Estados Unidos, mejor que se vaya al carajo” y el de las Notas Militares de Yevtushenko es aún más drástico: “No sé qué conclusión de estas ‘negociaciones’ sacarán nuestras autoridades, pero en mi modesta opinión creo que lo correcto sería dispararle en la otra oreja (a Trump)”.