Ciudad de México. La colaboración interdisciplinaria es necesaria para combatir la mala alimentación en el país; el etiquetado frontal de advertencia, los lineamientos de prohibición de comida chatarra en las escuelas y el alza de impuestos en estos productos son parte de la estrategia integral de prevención y control para alcanzar una solución en la materia, coincidieron especialistas.
Durante el foro etiquetado frontal de advertencia: cinco años protegiendo la salud pública y los derechos humanos, que se llevó a cabo en la sede del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), los especialistas destacaron que si bien el etiquetado con sellos no es la solución, si contribuye a alcanzarla, puesto que se suman diferentes dependencias a este esfuerzo, entre ellas las escuelas, las cuales a partir del 29 de marzo prohibirán la entrada de alimentos con sellos en los planteles.
Simón Barquera, del Instituto Nacional de Salud Pública, informó que a cinco años de la puesta en marcha del etiquetado frontal de alimentos hay un cambio en el consumo de productos de los mexicanos y por parte de las empresas hay una reformulación en los ingredientes para evitar que les coloquen más sellos.
El especialista señaló que el promedio de las bebidas industrializadas se redujo de seis a ocho gramos por litro de azúcar. “Aunque podría sonar poco, si se multiplica por todas las bebidas en todo el país al año, se vuelven toneladas de azúcar que se están dejando de consumir”, aseveró. También detectaron reducciones en otros tipos de nutrientes, en sodio y en grasas, principalmente. Indicó que las ganancias de las empresas por el impuesto bajaron, es decir, los productos chatarra se vendieron menos, dijo.
Estimó que derivado del uso del etiquetado los triglicéridos -molécula con la que se transporta grasa y azúcar en la sangre- en promedio nacional bajaron de 200 mg/dl en 2018 a 170 en 2023, de acuerdo a la última encuesta del INSP. Barquera recalcó que se tiene que seguir trabajando en muchas áreas. Desde la Secretaría de Educación Pública se hace el esfuerzo con los lineamientos en las escuelas que prohibirán la entrada de chatarra y comida con sellos a las escuelas. Del lado de la economía entra el alza de impuestos a estos productos. También tienen que entrar el marketing digital, los influencers, y combatir todas las estrategias que hace la industria para neutralizar estos esfuerzos.
En tanto, Javier Palummo Lantes, relator especial sobre derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mencionó un informe que hicieron sobre enfermedades no transmisibles y derechos humanos en las Américas, en el cual se invita a los Estados a adoptar medidas regulatorias, tanto en aspectos normativos, pero también en políticas públicas concretas, como puede ser el etiquetado frontal de advertencia, como un mecanismo para garantizar el derecho a la información y permitir a las personas tomar decisiones informadas sobre su alimentación.
El informe detectó que todavía existen por lo menos tres desafíos pendientes. El primero responde a la resistencia de la industria a estas medidas y usa los vacíos en las regulaciones; el segundo tiene relación con las implicaciones jurídicas y la necesidad de lograr avanzar en precedentes judiciales que permitan una mayor justiciabilidad del derecho a la salud y responsabilización de las empresas incumplidoras. El tercero tiene que ver con los Estados que tienen un déficit regulatorio en torno a la obligación de prevenir violaciones de derechos humanos derivadas de prácticas empresariales nocivas por parte de la industria alimentaria.
La iniciativa del etiquetado frontal responde al derecho a la salud y de tener una vida saludable, los especialistas precisaron que ha sido una lucha de los conflictos de interés y defender el interés público contra intereses privados, concluyeron en el foro.