Nueva York y Washington., La noche del pasado sábado agentes federales rodearon a una pareja a la entrada de su edificio en Manhattan, identificaron y esposaron al hombre y se lo llevaron; su esposa, con ocho meses de embarazo, logró ubicar su paradero hasta ayer en un centro de detención de inmigrantes.
El arresto es sólo el primero de muchos que vendrán, confirmó el presidente Donald Trump este lunes, mientras su gobierno se prepara para revisar las acciones y comunicaciones de unos 100 mil estudiantes extranjeros más en protestas ilegales contra el genocidio de palestinos por Israel y Estados Unidos.
Pero la amenaza de represión política no se limita al tema de Israel, sino que ya se está empleando contra todo tipo de opositor o crítico del presidente y su gobierno, desde otros políticos, medios, miles de servidores públicos, burócratas, fiscales, federales, agentes de la FBI e incluso militares.
El arresto de Mahmoud Khalil, inmigrante con tarjeta verde de residente, casado con una ciudadana estadunidense, es el primero realizado por el gobierno de Trump contra participantes en protestas ilegales a las que caracteriza de pro Hamas y antisemitas, cumpliendo con su amenaza de que los estudiantes y otros extranjeros serán deportados y ciudadanos serán expulsados de sus universidades y hasta encarcelados.
Khalil, de 30 años, era estudiante de posgrado de la prestigiada Universidad de Columbia, donde fue uno de los líderes de mayor perfil en las protestas estudiantiles contra la complicidad estadunidense en la guerra de Israel contra Gaza el año pasado. Según su abogada, los agentes federales afirmaron que su visa había sido anulada por el Departamento de Estado –la legalidad de eso será sujeta a una diputa–, y fue hasta ayer cuando se logró ubicarlo en un centro de detención a más de mil 500 kilómetros de esta ciudad, en Luisiana. Hasta ahora no se aclara de qué delitos está acusado.
Trump, en su plataforma social Truth Social, pareció confirmar que fue algo que autorizó personalmente, y advirtió que sólo es el inicio. Sabemos que hay más estudiantes en Columbia y otras universidades del país que han participado en actividades pro terroristas, antisemitas y antiestadunidenses, y el gobierno de Trump no lo tolerará. Acusó que muchos no son estudiantes, sino agitadores pagados, y advirtió: encontraremos, detendremos y deportaremos a estos simpatizantes terroristas de nuestro país, y nunca regresarán.
Desde su campaña, Trump había identificado a manifestantes contra la guerra de Israel y la complicidad de Washington como antisemitas y en apoyo de Hamas, grupo que ha sido designado terrorista.
La Unión por las Libertades Civiles de Nueva York calificó el arresto de ataque extremo contra los derechos de libertad de expresión, y afirmó que la detención ilegal de Khalil apesta a macartismo.
El arresto fue precedido por el anuncio, la semana pasada, de que el gobierno de Trump estaba ordenando la cancelación de más de 400 millones en fondos federales a Columbia por, según ellos, el fracaso de la institución de controlar el antisemitismo en su campus.
Otras universidades ya están sufriendo recortes de apoyos federales para programas de ciencias y más ordenados por el gobierno de Trump, y ayer la Universidad Harvard anunció el congelamiento de contratación de empleos ante la incertidumbre provocada por posibles acciones del gobierno en su contra. “Todo financiamiento federal será frenado para cualquier college, escuela o universidad que permita protestas ilegales”, declaró Trump en redes sociales hace una semana.
Protesta en Nueva York, ayer, por la detención de Mahmoud Khalil, quien participó en marchas contra la complicidad de EU en la guerra de Israel contra Gaza. Foto Ap
Como parte de este esfuerzo, el secretario de Estado, Marco Rubio, está encabezando un esfuerzo para emplear inteligencia artificial con el fin de examinar las actividades cibernéticas de decenas de miles de jóvenes extranjeros con visas de estudiantes que sospecha de actividades políticas ilegales, incluyendo el apoyo de agrupaciones terroristas, informaron fuentes a Axios.
Algunos observadores opinan que el gobierno de Trump está jugando con debilitar lo que considera bastiones críticos y sitios de posible disidencia, incluyendo universidades.
Contra toda disidencia
Pero no sólo son estudiantes internacionales, sino cualquier extranjero que amenaza nuestra seguridad nacional y promueve ideología odiosa, según establece una orden ejecutiva emitida el 20 de enero, primer día de esta presidencia.
La represión no sólo es contra enemigos externos también es contra estadunidenses, incluso quienes están dentro del propio gobierno. Trump continúa con una purga del gobierno federal, incluyendo a cualquiera que se haya atrevido a investigarlo. En sus primeros días, Trump y sus subordinados cesaron a todos los fiscales federales y agentes de la FBI en el país que de alguna manera habían trabajado en investigaciones federales contra el ahora mandatario. Desde entonces, también corrió al jefe del Estado Mayor –o sea, el oficial miliar de mayor rango del país– para sustituirlo con otro, al igual que ha logrado expulsar del gobierno a funcionarios que supervisan comportamiento ético de los burócratas que estaban a cargo de controlar la corrupción, como los inspectores generales, en varias dependencias, empezando con el Departamento de Justicia, del Tesoro y otros.
Políticos, entre ellos gobernadores, legisladores y alcaldes que defienden programas de inclusión y diversificación racial o ciudades santuarios se encuentran bajo ataque público y por nombre por el presidente y su equipo.
Académicos y comentaristas cuentan sobre la intimidación que sienten bajo el nuevo régimen en Florida, comentó a La Jornada un reconocido académico, varios de sus colegas ya no participan en ciertos foros o interacciones públicas por temor a las consecuencias para sus instituciones y hasta personales.
Los medios, siempre calificados de enemigos del pueblo por Trump, desde su primera campaña electoral, siguen bajo presión de su gobierno, y algunos dueños buscan quedar bien, como Jeff Bezos, del Washington Post, quien giró órdenes de que la sección de opinión se limitara sólo a los temas de libertades individuales y el mercado libre; el jefe de esa sección renunció en protesta; también lo hizo ayer la veterana columnista Ruth Marcus, cuando su jefe censuró su entrega más reciente, en la cual criticaba la decisión de Bezos.
“Cuando ves a actores sociales importantes –sean rectores universitarios, medios, ejecutivos en jefe, alcaldes o gobernadores– cambiando su comportamiento para evitar la ira del gobierno, es una señal de que hemos cruzado la línea a algún tipo de autoritarismo”, comentó el profesor Steven Levitsky, de Harvard, coautor del libro Cómo mueren las democracias, en entrevista con el New York Times.
Muchos observadores advierten que todo esto tiene tonos macartistas. Vale señalar que el primer mentor de Trump cuando era joven fue nadie menos que Roy Cohn, mano derecha del senador Joe McCarthy.