Con el aniversario contaminado por las renuncias forzadas en cuestión de horas de su principal consejero y de la ministra de Defensa, el presidente chileno Gabriel Boric inició este martes su cuarto y último año en el poder rechazando la noción de que su gobierno está debilitado y que el aniversario fue el inicio de la despedida.

“Algunos hablan desde la comodidad de los diarios o programas de televisión que el gobierno empieza a despedirse, yo les digo que no hay despedida hasta el último día de mandato. Este es un año de mucha gestión, de concreción, de dar debates importantes respecto de qué es lo que queremos que sea el futuro de Chile, avanzar garantía de derechos o si retroceder”, dijo en un acto con vecinos del municipio de Renca en esta capital.

Pero mientras Boric decía aquello, en el ambiente flotaba que apenas un día antes, la ministra Maya Fernández Allende, nieta del ex mandatario Salvador Allende (1970/73), cayó intempestivamente por las secuelas del bochornoso fracaso, en enero, de la operación de compra-venta, por 930 mil dólares, de la casa de su abuelo por el fisco chileno, para convertirla en un museo; transacción que debió ser anulada porque ella y su tía, la senadora socialista Isabel Allende, tienen prohibición legal para, en el ejercicio de sus cargos, celebrar contratos con el Estado.

Lejos de aplacarse y contra lo que inicialmente se argumentó, sí hubo advertencias jurídicas de que la operación no podía concretarse, las cuales aparentemente fueron ignoradas.

La ex ministra enfrentará una acusación constitucional que podría inhabilitarla hasta por cinco años para cargos públicos.

Al unísono, el sociólogo Miguel Crispi, jefe de asesores e íntimo de Boric, entregó su cargo como colofón de sucesivos desaciertos -entre ellas las desprolijidades que marcan el fiasco de la adquisición de la residencia de Allende, y el repudio de diputados opositores porque se negó a declarar en una comisión que indaga otro escándalo de la administración: la denuncia penal contra el ex subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, actualmente preso, por presuntamente violar a una subordinada.

Boric defendió a sus ex colaboradores señalando que a Fernández “le correspondía en este momento defender su honra” y que “tengo plena confianza en que ella jamás, bajo ninguna perspectiva, ha tratado de enriquecerse de lo que ha sucedido con el tema de la casa”.

Y de Crispi señaló que “se le ha acusado de muchísimas cosas, ninguna de ellas ha sido probada. Tengo la convicción de que hizo un muy buen trabajo” y que “había un encono por parte de ciertos sectores a su figura, ya se habían pasado límites aceptables”.

Hace una semana renunció la ministra del Interior y jefa del gabinete, Carolina Tohá, quien buscará la candidatura presidencial de la centroizquierda.

Las encuestas marcan el favoritismo de tres candidatos derechistas – dos de ellos ultristas- que están en una competencia abierta y que prometen llegar hasta la primera vuelta de noviembre; una división que de mantenerse podría favorecer a quien represente a la centroizquierda que tendrá elecciones primarias en junio. 

Anoche, el presidente dijo estar “totalmente” convencido que la centroizquierda puede ganar en noviembre.

“Auguraban un desastre en las elecciones pasadas y no fue así. La sabiduría del pueblo chileno dijo que no quería un extremo ni el otro, quería que nos pusiéramos de acuerdo. El progresismo está en condiciones de disputar una elección de presidente de manera muy competitiva y con grandes opciones, queda mucha carrera por delante y quién represente al progresismo tiene mucha opción de ganar".