Yolanda Ramírez, máxima figura del tenis femenil mexicano, falleció ayer. Justo una semana después de cumplir 90 años, se anunció el deceso de la poblana, quien dejó un legado inconmensurable como la más grande del deporte blanco nacional.
Yolanda del Monte Carmelo Ramírez y Partida no sólo se caracterizó por su gran resistencia física y técnica depurada en la cancha; fue también una jugadora resiliente desde el inicio hasta el final de su carrera.
En su libro Yola Ramírez, historia de una leyenda, recuerda que, en 1957, junto con su inseparable compañera de dobles Rosa María Reyes, se embarcó rumbo a Europa con apenas 500 dólares en el bolsillo y la ilusión de jugar en Montecarlo.
Mi padrino y mis padres lograron juntar 800 dólares para mis boletos de avión; a Rosa, un turista le regaló 500 más y con eso nos aventuramos a competir, recordó.
Sin dinero extra ni la indumentaria necesaria para enfrentar un torneo de ese calibre, Ramírez logró llegar a la final en singles y ganar el título de dobles junto con Reyes (1939-2024). El tenis nacional en esa época no gozaba de patrocinios públicos o privados y sus practicantes, por más notables que fueran, no soñaban con vivir de él.
La carrera profesional de la mexicana la llevó a enfrentarse con algunas de las mejores jugadoras de su época, consolidándose como una de las tenistas estrella de la década de 1950 y principios de 1960.
Uno de sus partidos más memorables ocurrió en Wimbledon en 1961 cuando venció en la primera ronda a la estadunidense Billie Jean King, quien años más tarde ganó 39 títulos de Grand Slam y llegó a ser la número uno del mundo en 1967.
Ramírez inició con la raqueta cuando todavía era una niña y su primer gran ejemplo fue su hermana, Melita, de quien aprendió al verla jugar. En esos momentos, no se imaginaba en la figura en la que llegaría a convertirse .
En las canchas también encontró el amor, pues se casó con Alfonso Ochoa, jugador convocado un par de veces para formar parte del equipo nacional Copa Davis, y quien alcanzó las semifinales de dobles haciendo pareja con el también mexicano Antonio Palafox.
La mexicana remó a contracorriente la mayor parte de su carrera, pero entre vicisitudes económicas, la poblana logró cosechar el título en dobles en Roland Garros (1958), haciendo dupla con Rosa María Pajarita Reyes. También obtuvo la corona en dobles mixtos con el británico Billy Knight.
Exitosa trayectoria y el major en el horizonte
Ramírez llegó a ocupar el lugar seis en la clasificación mundial (1961) además de ser inducida al Salón de la Fama de Wimbledon y Roland Garros. Cosechó ocho medallas en Juegos Panamericanos (cuatro de oro, tres platas y un bronce) y 32 títulos, de los cuales 29 fueron en singles.
La gran deuda que dejó fue no conquistar un major en singles, aunque estuvo cerca de hacerlo. En Roland Garros fue finalista en dos ocasiones (1960, 1961), mientras en el Abierto de Australia fue semifinalista en 1962.
Hasta sus últimos días se mantuvo vinculada al deporte blanco. Fue cuarto lugar en el Campeonato Mundial de Sudáfrica en la categoría de 65 y mayores, además de que impartía clases.
Su alumna más avanzada fue Gigi Fernández, tenista de Puerto Rico que ganó cuatro Grand Slams y medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y Atlanta 1996.
Está demostrado que vive más y mejor, con más tiempo lúcido, quien practica deporte, y yo he sido muy afortunada de vivir con y del tenis, y de que además del deporte he hecho mi vida y muchos amigos en esa disciplina, expuso durante una entrevista en Puebla.
La trayectoria de Ramírez fue reconocida en su natal Teziutlán, Puebla, donde se inauguró un museo en su honor con fotografías, documentos y vestimenta de su trayectoria.
La mexicana se retiró con un récord profesional de 375 ganados y 143 perdidos. Logró 51 títulos.
Luto en las canchas y entre los apasionados del juego
La muerte de Ramírez enlutó al deporte blanco mexicano.
Es un día muy triste para toda la familia tenística mexicana. Yola fue un ejemplo y modelo a seguir. Se ha apagado una estrella del tenis en México y en el mundo, comentó Carlos González, presidente de la Federación Mexicana de Tenis sobre la ex jugadora también nombrada la Tenista del Milenio en 1999.
Su legado va a perdurar en cada cancha, en cada raqueta levantada con pasión y en cada joven que sueñe con representar a México, agregó el federativo.
La cuenta del gobierno del estado de Puebla también lamentó el deceso.
Con profunda tristeza lamentamos la muerte de Yolanda Ramírez, la mejor tenista teziuteca, quien llevó con orgullo el nombre de nuestro estado a todo el mundo, postearon en sus redes sociales.
Angélica Gavaldón, otra de las tenistas destacadas de nuestro país, se expresó sobre el deceso de la decana.
Ramírez deja un legado enorme para todas las jugadoras mexicanas. Esperemos que un día no tan lejano alguien pueda lograr lo mismo que ella, porque ha sido lo mejor que ha tenido nuestro país. Le doy gracias por todas las enseñanzas que nos dio y por la campeona que fue dentro y fuera de la cancha.