Cada 8 de marzo recordamos que en 1910, en la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, realizada en Copenhague, se decidió conmemorar anualmente el Día Internacional de la Mujer, en principio, para fortalecer la lucha por mejorar las infames condiciones en que se encontraban las trabajadoras.
Otras reivindicaciones feministas que se impulsan cada 8 de marzo han logrado importantes avances: los relativos al voto femenino, su acceso a más altos niveles de escolaridad y a puestos de alta decisión, a servicios de salud sexual y reproductiva y al aborto; reconocimiento de las formas de violencia contra ellas, cuyas denuncias aumentan y se han diversificado; se viene ampliando su acceso al trabajo remunerado, la base para su autonomía económica, aunque aún se presentan brechas inaceptables. Apenas en este siglo se da reconocimiento al trabajo no remunerado, que incluye las labores domésticas y el trabajo de cuidados, el cual acapara muchas horas diarias y ha sido desplazado sobre los hombros de las mujeres.
En México, un estudio de la Coordinación de Estudios Sociodemográficos y Prospectiva de la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Población (Estimaciones de la Stconapo con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ENOE/Inegi, cuarto trimestre de 2024) estima que poco menos de la mitad de las mexicanas (de 15 años y más) participan activamente en el mercado laboral, mientras así lo hacen 75 por ciento de los hombres (de 15 años y más). Las entidades con mayor participación activa de las mujeres son Ciudad de México, Baja California Sur, Nayarit, Colima, Yucatán y Quintana Roo; las que tienen la menor participación en el mercado laboral viven en Chiapas, Zacatecas, Veracruz, Oaxaca y Tabasco.
Las mujeres presentan mayores tasas de trabajo informal (sin protección social ni prestaciones) que los hombres. Las menores tasas de informalidad femenina las presentan Chihuahua, sigue Nuevo León, Baja California, Coahuila y Baja California Sur; y las entidades con mayores tasas de empleo informal femenino son Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Ocho por ciento de las mexicanas están desempleadas, la menor tasa de desempleo femenino se encuentra en Jalisco, seguido por Aguascalientes, Coahuila, Baja California Sur, Querétaro, Nuevo León y Yucatán; con las mayores tasas de desempleo femenino se encuentran Guanajuato, Durango, Oaxaca, Veracruz, Sinaloa, Tlaxcala y Chiapas.
Casi 90 por ciento de las mexicanas (mayores de 15 años) realizan actividades domésticas y trabajo de cuidados, independientemente de su inserción en el mercado laboral. Poco más de la mitad de las mujeres de la Ciudad de México, Baja California Sur, Nuevo León, Coahuila y Colima combinan el trabajo remunerado con actividades domésticas y de cuidados, son entidades donde casi una tercera parte se dedica a actividades domésticas y de cuidados sin contar con empleo formal; la situación contrasta con las mujeres de Chiapas, Zacatecas y Veracruz, donde sólo una tercera parte combina el trabajo remunerado con el doméstico y de cuidados, mientras de 50 a 60 por ciento hace trabajo doméstico y no cuenta con un trabajo remunerado.
Sesenta y ocho por ciento de los mexicanos (de 15 años y más) participan en actividades domésticas, de los cuales 56 por ciento tienen además empleo remunerado y 12.4 sólo hacen trabajo doméstico. En promedio, 19.4 por ciento de ellos que tienem un empleo remunerado no participan en el trabajo doméstico, encabezan la lista los trabajadores de Guanajuato, donde llegan a 29.7 por ciento los empleados que no realizan trabajo doméstico ni de cuidados, tampoco lo hace 26.2 por ciento de los de San Luis Potosí ni 24.5 por ciento de los que trabajan en Querétaro ni tampoco 23.4 por ciento de los trabajadores de Aguascalientes participan en trabajos domésticos. Los empleados que participan más en el trabajo doméstico y de cuidados están en Chiapas, Puebla, Yucatán, Quintana Roo y Campeche.
La participación de las mujeres que se dedican sólo al trabajo doméstico y de cuidados es el doble de la participación masculina, y varía por estado civil; 55 por ciento de las mujeres unidas o casadas y 12.5 de los hombres unidos o casados realizan ese trabajo no remunerado de manera exclusiva, 46 por ciento de las mujeres separadas, divorciadas o viudas y 25 de los separados, divorciados o viudos; en tanto 21 por ciento de las solteras se dedican al trabajo doméstico y 10 por ciento de los solteros. Las brechas en el trabajo no remunerado disminuyen según se cuente con mayor nivel de escolaridad: entre quienes tienen primaria incompleta la brecha entre mujeres y hombres que se dedican exclusivamente a los quehaceres domésticos y apoyos del hogar es de 43 por ciento, entre quienes cuentan con secundaria completa la brecha es de 33 por ciento y entre quienes alcanzan el nivel medio superior y superior la brecha es de 20 por ciento. El menor acceso a niveles superiores de escolaridad de las mujeres se correlaciona con mayor peso del trabajo de cuidados y es también un indicador robusto del mayor nivel de pobreza de las mujeres, incluyendo la pobreza de tiempo.
*Secretaria técnica del Conapo
X: Gabrielarodr108