Roma. Caravaggio 2025, uno de los proyectos más ambiciosos dedicados al artista, organizado para el Jubileo, abrirá mañana en la Galería Nacional de Arte Antigua en el Palacio Barberini. La curaduría está a cargo de Francesca Cappelletti, directora de la Galería Borghese –que alberga seis obras del pintor, incluida Niño con cesta de fruta–; Maria Cristina Terzaghi, experta en Caravaggio, y Thomas Clement Salomon, nuevo director de la Villa Barberini, sede de la muestra.
El evento renueva las grandes exposiciones dedicadas a Caravaggio, como la de 2010 en Roma por el 400 aniversario de su muerte y la de 2018 en el Palacio Real de Milán, entre las más destacadas de los últimos años. Hoy, el público lo admira tanto por su biografía como por el impacto visual de su realismo.
Este realismo, que ahora parece incuestionable, tardó medio siglo en ser plenamente reconocido. Roberto Longhi, pionero en reivindicar su importancia histórica, dedicó décadas a su estudio, culminando en la histórica exposición de 1951, que avivó su éxito en el contexto neorrealista del cine y la literatura tras la Segunda Guerra Mundial.
Longhi rompió con la visión que lo encasillaba como el último artista renacentista, criticado por su falta de idealismo. Entendió, en cambio, que fue el primer artista moderno e instó al público a leer su obra por lo que expresaba: su ser natural, comprensible, humano, más que humanista; es decir, ¡popular!
Retrato de monseñor Maffeo Barberini
Una de las novedades fue la pre-muestra que se desarrolló hasta el 23 de febrero, la cual exhibió por primera vez al público el Retrato de monseñor Maffeo Barberini, atribuido a Caravaggio en 1963 y desde entonces nunca mostrado al público. Se trata de un único cuadro, realizado antes del nombramiento cardenalicio del mecenas y futuro papa Urbano VIII, expuesto en el mismo museo que albergará la exhibición grande. El público pudo ver más caravaggios de la colección permanente del Palazzo Barberini, empezando por la obra célebre Judit y Holofernes (1599).
El retrato perteneciente a un coleccionista privado con intención de venderlo es uno de los pocos del periodo romano que han llegado hasta nosotros. Con trazos precisos, Caravaggio hace un uso magistral de la luz y los contrastes cromáticos verdosos, aplicando una economía de elementos simbólicos que enfatiza la personalidad del retratado, su ambición y dinamismo. Con un brazo tendido, el artista, como observó Longhi, perfora el espacio, dotando la representación de acción y un drama latente.
Ecce Homo
La muestra incluirá el Ecce Homo (ca. 1606-09), exhibido por primera vez en Italia tras su reciente atribución a Caravaggio, de cuyo tema existe uno adicional, asimismo fruto de una atribución, conservado en Génova. Entre los especialistas que respaldaron esta identificación se encuentra la cocuradora Maria Cristina Terzaghi, quien lo considera uno de los hallazgos más importantes de la historia del arte, destacando que, a diferencia de la mayoría de las atribuciones al maestro, ésta logró un consenso casi unánime.
El caso tuvo una repercusión mediática global, pues semanas antes de que la casa de subastas Ansorena en Madrid anunciara su venta en abril de 2021, el lienzo estaba catalogado como obra de la Escuela de José de Ribera, con un irrisorio precio de salida de mil 500 euros. Sin embargo, su extraordinaria calidad despertó las alarmas entre expertos de todo el mundo, quienes, al compartir la imagen, comenzaron a sospechar que podría tratarse de un Caravaggio. El Museo del Prado alertó al Ministerio de Cultura, que intervino de inmediato para suspender la subasta y prohibir su exportación.
Los propietarios del cuadro, la familia Pérez de Castro Méndez, encomendaron su estudio, restauración y eventual venta al anticuario español Colnaghi. Según Il Giornale dell’Arte, Jorge Coll, dueño de la galería, lo valoró en más de 100 millones de euros, aunque finalmente parece haber sido adquirido por 36 millones por un coleccionista inglés residente en España.
Tras la restauración, el nuevo propietario concedió un préstamo al Museo del Prado por nueve meses (28 de mayo de 2024-23 de febrero de 2025). La obra, fechada en el periodo napolitano de Caravaggio, perteneció a la colección privada de Felipe IV de España (1605-1665) y ha sido exhibida junto al único Caravaggio del museo, David vencedor de Goliat (ca. 1600), una pieza poco conocida dentro del catálogo del artista.
Terzaghi formó parte del equipo de cuatro especialistas que autenticaron la obra y publicaron sus hallazgos en la monografía El Ecce Homo revelado (Marsilio, 2024).
No obstante, la atribución no ha estado exenta de controversia. El periodista Maurizio Cecchetti, en el diario Avvenire, expresó reservas tras la presentación del cuadro en el Prado. Cuestionó que el consenso se basara en análisis fotográficos, señaló la falta de transparencia en la restauración, la sospechosa venta a un precio relativamente bajo y algunas incoherencias estilísticas. También subrayó que el hecho de que el Estado español no adquiriera la obra podría interpretarse como una señal de dudas institucionales.
Sin embargo, cabe preguntarse si la negativa de España a comprar el cuadro obedeció a incertidumbres sobre su autenticidad o simplemente a su elevado costo, difícil de asumir para el Estado.
Los documentos registran los procesos judiciales contra Caravaggio por peleas, porte ilegal de armas y un asesinato en 1606, que lo obligó a huir de Roma y vivir errante hasta su muerte a los 38 años. Su arte rompió con la tradición al elegir modelos populares para sus temas sagrados e incorporar dramatismo teatral, lo que generó críticas y controversias.
Pese a ello, gran parte de su obra es religiosa y fue encargada por iglesias y mecenas eclesiásticos. Su figura adquiere connotaciones ideológicas según la perspectiva. Marco Bona Castellotti lo considera un firme intérprete de la Contrarreforma, mientras Maurizio Calvesi lo ve como un seguidor de un cristianismo primitivo, cercano a San Carlos, más inclinado a las necesidades de los pobres y por lo tanto lejos de los dogmas de la Contrarreforma. La izquierda aprecia su realismo crudo que retrata sin idealización a las clases marginadas, reflejando valores de inclusión e igualdad.
De los 60 cuadros conocidos de Caravaggio, 26 están en Roma, muchos accesibles gratuitamente en iglesias como San Agustín, donde se encuentra la Madonna de los peregrinos.