En lugar de ver como obstáculos aquellas circunstancias que enfrentan las mujeres en la vida académica y de investigación, éstas deben considerarse como desafíos: con los compañeros, con las autoridades, con una misma, reflexiona la doctora Flavia Becerril Chávez, coordinadora de la especialidad en acupuntura humana de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (Enmyh).
Investigadora de tiempo completo del Instituto Politécnico Nacional (IPN), se asume como una prueba de que cuando se quiere se puede. Es doctora, docente, investigadora, coordinadora de la clínica de acupuntura del Politécnico, voluntaria, madre y esposa. Es dar siempre ese pequeño esfuerzo de más para lograrlo.
En entrevista con La Jornada, con motivo del Día Internacional de las Mujeres (8M), la especialista en acupuntura precisa que en su campo de estudio es común ver hoy más mujeres que hombres, lo que atribuye al compromiso y atención médico-paciente que las doctoras desarrollan a lo largo de su carrera. Además de prestar más atención al estado emocional de un paciente, elemento esencial en la técnica medicinal china.
Desde 2009, ella participa en proyectos de investigación en la Enmyh, cuyas líneas principales son las enfermedades derivadas del síndrome metabólico, que incluye la obesidad, la hipertensión, las dislipidemias y la diabetes mellitus.
Hoy, uno de sus objetivos es pertenecer al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII). Está orgullosa, afirma, porque sus alumnos han ganado el premio a la mejor tesis de especialidad del IPN, en 2021, 2022 y 2023.
Hoy, en la clínica de acupuntura ubicada en la Enmyh trabaja el proyecto de hipercolesterolemia (colesterol alto) e hipertrigliceridemia (triglicéridos elevados), en pacientes que requieren ser tratados con diversas técnicas.
–¿Cómo se interesó en la acupuntura?
–Cuando era estudiante sufrí dos parálisis faciales. La primera vez, mi tratamiento fue solamente con medicamento y tardé varios meses en sanar. En la segunda ocasión, recurrí a la acupuntura y en una semana me recuperé. Entonces, experimentar en carne propia los beneficios de esta técnica me llevó a estudiarla como especialidad.
“En 1996 ingresé a la especialidad y fui la segunda generación que egresó del Politécnico.
“Me gusta la acupuntura porque ve al paciente de manera integral. No separamos la cabeza del corazón ni los ojos de la cara. Vemos al paciente de una manera holística, general, en todo su entorno y en todos sus ámbitos (social, familiar, emocional).
Es una de las terapias complementarias que tienen autorización por la Secretaría de Salud y es eficaz en el tratamiento de más de 140 patologías (la parálisis facial, gastritis, estrés y depresión).
–¿Cuál es la relevancia de la clínica de acupuntura del Politécnico?
–Para todo médico trabajar en una clínica es ciento por ciento fundamental. Al estar en contacto directo con los pacientes, se pueden percibir sus emociones y necesidades.
En un inicio dentro de la clínica daba aproximadamente 75 consultas diarias, de dos de la tarde a diez de la noche. En 2007, durante mi gestión como coordinadora, el programa de la especialidad en acupuntura humana entró al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del entonces Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). Tenemos 14 años dentro y es el único programa en su género que avala el Consejo, hoy Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti).
–¿Cómo ha sido su trayectoria profesional y qué retos ha enfrentado?
–Ahora que soy investigadora de tiempo completo, tengo una carga de trabajo de 12 horas diarias. Tengo 19 años con la plaza en el Politécnico y 25 laborando en esta institución. Mi día se basa en dar clases, actualizar material, dirigir tesis y coordinar la clínica.
“Recuerdo que en la carrera, nadie quería hacer equipo conmigo porque pensaban que no me comprometería por tener otras responsabilidades en mi hogar, pero yo siempre fui muy estudiosa.
Servicio social en SLP, ¿y luego, qué?
Después, al hacer el servicio social en San Luis Potosí, sólo veía a mis hijos los fines de semana, el cual duró más de lo planeado porque me ofrecieron quedarme en la clínica más tiempo.
–¿Cuál es su proyecto actual?
–El proyecto de hipercolesterolemia (colesterol alto) e hipertrigliceridemia (triglicéridos elevados). De los pacientes inscritos hay 21 por ciento con dislipidemias (enfermedad que se produce cuando hay un desequilibrio en los niveles de grasas en la sangre). Es uno de los factores de mayor riesgo para producir enfermedades cardiovasculares.
“Los pacientes que deseen ser tratados con medicina tradicional china pueden acudir a la Enmyh. La terapia no tiene costo y se hace el tratamiento completo, tanto lo que dura el mismo como las consultas de seguimiento para verificar que no haya recaídas.
Con la acupuntura damos una terapia complementaria, donde los pacientes se benefician al bajar de peso, la grasa corporal, la grasa abdominal, el aumento del colesterol bueno y disminución del colesterol malo. De esa manera podemos disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
–¿Cómo equilibrar la vida personal con la académica y profesional?
–Lo más importante es que desde un principio se establezcan las bases de cómo va a ser la relación. Yo me casé muy joven, estudié la carrera ya con marido y dos hijos. Muchas veces se habla de dar cierta cantidad de tiempo, yo creo que debe ser tiempo de calidad y no en cantidad. Veía a mis hijos poco, sí; hubo algunos obstáculos, también, pero se superaron.
“Creo que si encuentras un equilibrio puedes tener una vida personal y profesional exitosa a la vez. Muchas jóvenes consideran que si se embarazan muy pronto será un problema, pero no, no deberían verlo como obstáculo, siempre se pueden tener las dos cosas.
“Tengo más de 60 años y aún participo en brigadas de salud que organiza el IPN. Es cansado, sí, pero me gusta ayudar a la población. Ir un fin de semana completo, atender a personas que no tienen médicos tan cercanos y regresar satisfecha de que contribuiste en esa comunidad.