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Las mujeres del alba, en el último tramo de vida de Carlos Montemayor

28 de febrero de 2025 00:02

En 1965 cuando Carlos Montemayor se enteró de la muerte de los guerrilleros en ciudad Madera, decidió que un día iba a escribir quiénes eran los jóvenes que habían muerto por el ideal de la revolución socialista, porque la prensa los trataba de gavilleros robavacas.

Después, en septiembre de 1968, se enteró que en Tesopaco, Sonora, habían fusilado a su amigo Óscar González y a cinco guerrilleros más que habían decidido continuar la lucha emprendida por Arturo Gámiz.

Estos acontecimientos le afectaron profundamente porque cuando estudiaba en la Universidad de Chihuahua había tratado a Arturo Gámiz, a Óscar González, a los hermanos Rodríguez Ford y había sentido una admiración y aprecio por ellos. Otro de los compañeros de ese tiempo era Saúl Chacón, sobreviviente del Grupo Popular Guerrillero, quien en entrevista que le hice en 2018 recordó que en 1962 Arturo Gámiz había organizado un recorrido de entrenamiento desde la sierra de Casas Grandes hasta Ignacio Zaragoza con un pequeño grupo integrado entre otros por Saúl, Francisco Ornelas, Carlos Montemayor y Arturo. Fueron 15 días a caballo de enriquecedora convivencia.

El compromiso que Carlos había asumido para reivindicar a sus compañeros de Chihuahua se pospuso, primero porque en 1985 inició el proyecto que culminó cinco años después con Guerra en el paraíso, considerada por Marco Antonio Campos una de las novelas más importantes del siglo XX (La Jornada, 23/2/25).

Sobre este aplazamiento de la novela de la guerrilla en Chihuahua, Carlos expresó en 2004 a Javier Aranda del programa de radio Cruz y raya: “Cuando empecé a escribir la novela sentí tanta carga emocional, no tenía distancia suficiente para escribirla con objetividad, había muchas cosas que yo deseaba decir, no solamente los hechos tal cual, así que me vi obligado a hacer un rodeo para llegar a esta novela, y este rodeo fue Guerra en el paraíso”.

Después abrió una nueva ventana para recuperar las luchas indígenas, ininterrumpidas y silenciosas desde la Conquista hasta enero de 1994, de ahí surgió Chiapas, la rebelión indígena de México. Luego, él mismo contó que cuando se disponía a iniciar la tarea se le atravesaron los documentos policiacos de los años 50, con informes precisos de los agentes incrustados en la dirección del Partido Comunista y surgió intempestivamente la necesidad de escribir Los informes secretos (1999).

Por fin, en los últimos momentos del siglo se concentró en la gesta chihuahuense: muchas entrevistas, mucho trabajo de campo, revisión de fuentes de archivo y hemerográficas, pero había tanto material que no cabía todo en una novela y decidió hacer una trilogía que se iniciaría con la novela del ataque al cuartel militar de ciudad Madera, Las armas del alba, publicada en septiembre de 2003.

En ese tiempo no habló del contenido de las otras dos novelas, pero años después reveló que una sería la novela de los fusilamientos de 1968 en Tesopaco y en la otra daría voz a las mujeres que habían luchado hasta el final junto con sus compañeros guerrilleros.

En 2007 escribió La fuga, considerada parte de la trilogía, porque se construyó con el testimonio de Ramón Mendoza, uno de los guerrilleros que sobrevivieron tras el asalto al cuartel de ciudad Madera.

Carlos decidió escribir Las mujeres del alba en 2003, al año siguiente hizo la agenda para hacer las entrevistas a las mujeres familiares de los guerrilleros. La tarea no era sencilla, porque además de la CDMX, tenía que recorrer ciudades de Chihuahua. La lista original era muy extensa, avanzó lentamente con las entrevistas, pero también emprendió otros trabajos que publicó en los siguientes años: La guerrilla recurrente; La voz profunda: antología de la literatura mexicana en lenguas indígenas; 1938: el petróleo que fue de México; Diccionario del náhuatl.

En 2008 se concentró de lleno en la redacción de Las mujeres del alba, concluyendo el último capítulo en noviembre de 2009. El libro se publicó en agosto de 2010.

Carlos murió el 28 de febrero de ese año, antes de cumplir 65. Cuando terminó Las armas del alba le preguntaron qué iba hacer al completar la trilogía de la lucha armada en Chihuahua, respondió que pensaba concluirla en pocos años, porque tenía urgencia de retomar varios temas que había empezado y otros que eran proyectos.

Este día en que se cumplen 15 años de la ausencia de Carlos se exhibe en todo el país la película Las mujeres del alba, dirigida por su hija Ximena Montemayor Loyo. Una razón más para recordarlo y no dejar de lamentar que se fue cuando le faltaba mucho que entregarnos de su genio y de su grandiosa humanidad.



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