Ciudad de México. La guerra comercial que prepara Donald Trump tiene uno de sus ejes en la industria automotriz. China y Estados Unidos ocupan el primer y segundo lugares como productores de vehículos y esas posiciones se repiten como los mayores mercados de autos a escala mundial, de acuerdo con datos de la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA).
China es el mayor mercado de vehículos en el mundo, pero también es el principal productor con una maquinaria que triplica a la de Estados Unidos, y que más allá de alimentar su enorme demanda, está ganando terreno en Asia, Europa, América Latina y México, su socio comercial en la cadena de valor automotor.
El año pasado, las ventas de autos chinos en Estados Unidos representaron apenas 0.35 por ciento de un mercado en el que Toyota, General Motors y Ford –la primera japonesa y las otras dos estadunidenses– concentran casi la mitad de las ventas.
Sin embargo, en otros mercados las marcas chinas están tomando impulso. De acuerdo con un comparativo al primer semestre del año pasado realizado por la plataforma Nyvus, las automotrices chinas concentraron 29.4 por ciento de las ventas en Chile; 8.3 por ciento en México y 6.9 por ciento en Brasil.
Estados Unidos es el segundo mayor productor de autos a nivel global, pero también es un gran mercado internacional. En este punto, la administración Trump ha amagado con aranceles de 25 por ciento a la importación de vehículos (que incluye a sus socios comerciales, México y Canadá), con la posibilidad de nuevos aumentos durante el año.
Standard & Poors advierte que para los fabricantes de automóviles europeos, este aumento de las tasas arancelarias exacerbaría las presiones existentes, mientras las industrias japonesa y coreana serían las principales beneficiadas, además que el uso de las cuotas para aumentar drásticamente las oportunidades de exportación de Estados Unidos puede ser relativamente limitado.
Si bien el presidente Trump no atina a explicar qué beneficio tiene para su industria imponer aranceles a la importación de vehículos armados en territorio de sus supuestos aliados comerciales (México y Canadá), la industria sí ha enfatizado el riesgo interno.
A largo plazo, un arancel de 25 por ciento en las fronteras de México y Canadá abriría un agujero en la industria estadunidense que nunca hemos visto, advirtió Jim Farley, el director ejecutivo de Ford Motor.
Gabriel Padilla, director de la Industria Nacional de Autopartes (INA), señaló que el arancel tendría que ser asumido por el consumidor final e implicaría un incremento promedio de 3 mil dólares en el precio de los autos nuevos para los compradores en Estados Unidos. Esto sin contar las cuotas al aluminio y acero.
Standard & Poor’s (S&P) expuso que entre las diferentes declaraciones de Trump, los aranceles podrían desacelerar el crecimiento económico mundial y dañar las relaciones en la cadena de suministro entre Estados Unidos y otros países. Los fabricantes de todas las industrias se verán afectados por mayores costos de adquisición de bienes intermedios, mientras los aranceles sobre los bienes ensamblados importados impulsarán la inflación.
Hay tres escenarios en cuanto a los aranceles, considera la calificadora de riesgo. Uno, son las tarifas universales. En este supuesto de un 10 por ciento como arancel de importación estándar para todos los países, excepto los del T-MEC, se espera que las ventas globales en el sector automotor se reduzcan en alrededor de un millón de unidades por año durante 2025, 2026 y 2027.
En caso de aranceles recíprocos, S&P ensaya que Estados Unidos podría aplicar el arancel externo común de la Unión Europea de 10 por ciento en lugar de utilizar el arancel estadunidense vigente de 2.5 por ciento para vehículos de pasajeros y, dado que Japón no aplica aranceles a las importaciones de vehículos estadunidenses, este país y Corea del Sur podrían quedar exentos, lo que haría que los exportadores de Europa y del resto del mundo salieran perdiendo.
Por último, si se aplican medidas en cuanto a la reciprocidad del IVA, tanto México como Canadá imponen este impuesto por separado, aunque sigue existiendo la posibilidad de un arancel limitado para cada uno de esos países bajo este enfoque. Los vehículos importados de China continental, excluidos los vehículos eléctricos a batería (VEB), se verían especialmente afectados.