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Samir Flores, el maestro Jorge y la saga de Vinh Flores

25 de febrero de 2025 00:02

Miles de zapatistas se movilizaron el pasado sábado en 12 caracoles en Chiapas, para reivindicar la memoria y trayectoria de Samir Flores Soberanes, asesinado por pistoleros hace seis años. La relación entre el EZLN y la comunidad de Almicingo, Morelos, es parte de una vieja historia, que tiene, al menos, desde 1994.

Bustos de Samir se sembraron en Ciudad Universitaria, en Guadalajara, Francia, Italia y EU el pasado 20 de febrero. Uno más se colocó ayer en la Normal Urbana de Cuautla, fundada hace 50 años por su tío, el luchador social Vinh Flores Laureano, ultimado en 1976.

El rostro de Samir acompaña al de Vinh, Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en uno de tantos murales que honran su memoria. La artista Carmen Jiménez, donó a la escuela que lleva el nombre del mártir, un cuadro en el que dibujó el cuerpo de Emiliano Zapata con la cara de Flores. En la pintura de la pared en una casa de su natal Amilcingo, el radialista fue representado como Popocatépetl, el volcán que, a un tiempo, simboliza la fuerza de la tierra y al protector del pueblo.

Amilcingo se ha convertido, en homenaje al dirigente nahua y como ejemplo de la resistencia al Proyecto Integral Morelos (PIM) y a la Termoeléctrica en Huesca, en una comunidad-museo; 40 murales engalanan las fachadas de sus viviendas; 25 fueron realizados desde noviembre pasado, otros 15 se ejecutaron antes. “Queremos llegar a 100”, explica el maestro Jorge Velázquez Escalvazeta, primo del difunto y figura clave en la lucha por la identidad.

Jorge, como Samir y Vinh Flores, el tío de ambos, defiende a su pueblo. Nació en 1982. Su papá es campesino y su mamá comerciante. Es el segundo de una familia de cinco hermanos. Cuando la mayor se casó a los 15 años, él asumió la responsabilidad de los tres más chicos. Tenía 11 años.

El maestro Velázquez fue al prescolar Siervo de la Nación. Hizo la primaria en el turno vespertino de la Vicente Guerrero, donde Samir iba en la mañana. Estudió con su primo los tres años de la telesecundaria, en la Benito Juárez. Siguió en el Colegio de Bachilleres en Tepalcingo. Una enfermedad le impidió entrar a Chapingo. Vendió dulces típicos. A los 18 años, entró a la Normal Rural de Tenería. Continuó con la maestría en la UPN de Atizapán de Zaragoza.

Jorge recuerda: “Desde muy niño tuve idea de la lucha en la comunidad. Mi mamá es prima de sangre de Vinh Flores. Ella nos contaba sobre el movimiento. El papá de Samir, Chirino Flores, también es su primo. Crecimos con esa historia. Me lo imaginaba como un personaje que tenía poderes.

“Cada 7 de septiembre íbamos a la marcha donde cayó Vinh. En Amilcingo no se hablaba ni de Emiliano Zapata, ni de Vicente Guerrero, ni de Rubén Jaramillo, sólo de Flores. Samir también creció con eso.

“Desde pequeños supimos que los matones actuaban de noche. Bernabé, el asesino de Vinh, era vecino de mi abuelito. Él era el mero matón. Era judicial. No escondía el arma. Escuchábamos que asesinaron a tal persona e íbamos a ver. A los 18 años, los hombres tenían que cumplir con su comunidad y hacían de rondero. Se encargaban de la seguridad del pueblo y de recoger los cadáveres. La gente de Benabé tuvo el control y el poder del territorio. A raíz del asesinato de Vinh, 30 mujeres quedaron viudas. No queremos que se repita.

“También estaban los movimientos de la Normal Rural de Amilcingo. Cuando comenzaban los cohetones quería decir que la escuela estaba en lucha. Las comunidades salían y se tomaban los caminos. Les llevábamos comida. Creíamos que así era en todos lados.

El profesor Velázquez se formó políticamente en Tenería, en las filas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México. Participó en comisiones y luchas. En segundo año de la escuela, se casó. Al egresar, enseñó en el estado de México y militó en la CNTE. En 2012 regresó a dar clases a Morelos, primero en Cuautla y, desde 2016, en Yecapixtla.

Samir se opuso a la Termoeléctrica a partir de 2011. Informaba con un altavoz sobre sus peligros en las calles. Luego lo hizo en la radio. La primera vez que Jorge se metió en el movimiento contra el PIM fue el 11 de abril de 2014. En enero de 2014 surgió la asamblea comunitaria. Asistían cada día, hasta que el cuerpo aguantara, de las 7 a las 11 de la noche. Cuando el 26 de septiembre desaparecieron a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, ambas luchas se enlazaron.

Velázquez fue amenazado de muerte por participar en el movimiento. Estuvo casi seis años en el Mecanismo de Protección para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas. Lo trasladaron junto a su familia a una casa de seguridad en Puebla. El 21 de mayo de 2023, dos hombres armados tiraron la puerta, ingresaron a su refugio y le gritaron: “¡Venimos por ti!” Su familia se escondió y él huyó. En diciembre, el gobierno le quitó la protección.

¿Por qué le arrebataron la vida a Samir? Según Jorge, matarlo era estratégico. Le dispararon frente a su mamá, su esposa e hijos. No sólo lo balearon: dejaron un mensaje para todo el mundo. Él era un ciudadano común, al que podían haber ultimado en la esquina de la casa o en las afueras del pueblo, y decir que lo robaron o que lo alcanzó una bala perdida. Pero asesinarlo en su casa, frente a su familia, envió un recado a los opositores a la termoeléctrica de Huesca. Su homicidio indignó a la comunidad, pero golpeó al movimiento. Antes del crimen, había dos grupos en Amilcingo: los que, herederos del legado de Vinh Flores, se oponían al PIM, y los paramilitares vendepueblos, seguidores de Bernabé, que siempre estuvieron con el gobierno. Ahora, actúa además, el crimen organizado. La muerte de Flores Soberanes sigue sin esclarecerse.

Parafraseando el poema “Oración fúnebre”, de Miguel Guardia, dedicado a Rubén Jaramillo: “Te ganaste la tierra que te cubre, / Samir, estoy seguro. / Pero a ellos les pesará la tierra, como a todos nosotros, asesinos / y cómplices de asesinos.”

X: @lhan55

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