El Retiro, Oxchuc, Chis., Samuel ha vivido cuatro años con un dolor en la espalda. Es una bolita que tengo y crece cuando cargo un tercio de leña o el cemento. Me duele y ya no puedo trabajar
, le dice al doctor Ovidio, médico cubano que lo escucha y lo ausculta. Primero le mide la presión con el único baumanómetro que hay en el centro de salud de IMSS-Bienestar; le escucha el corazón, los pulmones. Lo toma de la cara, mira sus ojos, el interior de los párpados inferiores. Una revisión básica completa.
El galeno le pregunta al paciente por una mancha que tiene en la parte inferior de la boca, si le duele. Lo debe ver el dermatólogo
. Le pide que se suba a la camilla y se recueste. Ovidio palpa el estómago y pregunta si tiene molestias. Sí, amanecí con diarrea
.
Ya sentado, el médico revisa la espalda, donde está la bolita. Palpa la zona y aprieta. Es por tu trabajo, eso que cargas provocó un nódulo sebáceo en el músculo. Todavía es pequeño pero con el tiempo va a crecer y también el dolor será más fuerte
, explica el médico y pregunta si es posible que ya no cargue tanto. Pues no, es mi trabajo
, es la respuesta inmediata de Samuel.
El doctor, quien desde 2004 ha trabajado en diferentes países como parte de las misiones cubanas, extiende la receta y él mismo va al cuarto donde está la farmacia y trae la medicina para calmar el dolor de la espalda y unas vitaminas, pero si puedes, deja de cargar tan pesado
, insiste.
Ese es el trabajo que realizan los médicos cubanos en el centro de salud de El Retiro, localidad donde las casas son de madera, viven alrededor de 200 familias y aunque hay un centro de salud desde hace una década, el servicio no había sido regular. En los pasados tres años ha estado a cargo la doctora Marilú Trejo, quien de septiembre a diciembre de 2024 tuvo una licencia por maternidad.
El centro de salud se volvió a quedar sin médico, pero en octubre llegaron los cubanos. Laboran de lunes a viernes de las 7 a las 15 horas y ahora se preparan para fortalecer la atención primaria con visitas a los adultos mayores que ya no salen de sus casas, a las mujeres que dieron a luz y para ver a los enfermos que están en cama. También buscan acercarse a los hombres que, por su trabajo, casi no van al centro de salud.
La mayor asistencia es de mujeres con sus hijos. Algunas ya acuden de manera regular; otras por alguna enfermedad, como Marisela, quien llegó con dos bebés, gemelos de un año tres meses de edad, los más pequeños de sus cinco hijos. Tenían una infección de vías respiratorias y luego de revisarlos, el doctor Ovidio dispuso: vamos a aprovechar para pesar y medir a los niños
e iniciar el seguimiento de su crecimiento y desarrollo.
Así lo hizo con la ayuda de la enfermera. Antes ya le había dado las medicinas y al menos dos veces le explicó a Marisela cómo tomarlas y en las de los niños, además de la receta, el especialista escribió en las cajas, las dosis que debería darles. No te vayas a equivocar
, le dice.
En una comunidad donde se habla tseltal y se rige por los usos y costumbres es indispensable pedir autorización para realizar cualquier actividad, lo que incluye la presencia de personas extranjeras que llegaron para brindar atención médica en el centro de salud. Los dos médicos familiares cubanos no lo sabían y les tocó constatar la desconfianza de la población. En los primeros días, si acaso llegaba un paciente
.
El cambio vino luego de la asamblea en la que se informó a la población sobre su presencia y la pregunta de si estaban de acuerdo en ser atendidos por ellos. Nos aceptaron y aumentaron las consultas
, recuerdan los galenos Ovidio de Jesús Bermúdez y Pedro Jorge Creixell. En una segunda asamblea, la comunidad aceptó las visitas a las casas.
Ahora, hay días que atienden hasta 15 personas entre las 7 de la mañana y las 3 de la tarde. A veces baja la afluencia por el clima de esta zona, los Altos de Chiapas, donde lo cotidiano son las bajas temperaturas y, por lo mismo, la gente no sale de su casa. Y la neblina, la visibilidad es casi nula. No se ve nada
, comentó Creixell.
La doctora Trejo se reincorporó en diciembre al trabajo. Su horario es de las 8 a las 16 horas y lo primero que destaca es la sorpresa que le ha provocado ver que los pacientes regresan para su seguimiento, en los días que les indican los cubanos. Llevo tres años aquí y no había logrado eso
, apunta.
El Retiro está a casi tres horas de Tuxtla Gutiérrez, dependiendo de las condiciones del camino. Se llega a San Cristóbal de las Casas y de ahí a Oxchuc. Luego existen dos opciones: un camino de terracería y de subida por donde pueden circular vehículos, preferentemente camionetas todo terreno; unos 30 minutos hasta un punto donde el camino termina y hay que seguir a pie. El mapa dice que son 650 metros al centro de salud. El primer tramo es de bajada por una vereda lodosa que para un citadino implica un alto riesgo de resbalar y caer.
El otro es un camino que se abrió recientemente. Algunos tramos son de concreto y otros –que parecen la mayoría– de terracería, pero los vehículos llegan hasta el centro de salud.
Ese es el recorrido que a diario realizan los médicos. Viven en Oxchuc, en un edificio donde se rentan cuartos. Para subir a El Retiro por las mañanas, abordan un mototaxi que nos cobra de 70 a 80 pesos
y se va por el camino nuevo. Para el regreso no hay transporte, caminamos, hacemos senderismo
para bajar al municipio. Eso no es obstáculo para hacer nuestro trabajo, comenta el doctor Pedro Jorge, quien tiene 37 años de experiencia como médico familiar y está satisfecho porque ya nos va conociendo la población
.
Ha estado en misiones en ocho países. Me faltaba México
, dice con una amplia sonrisa, mientras toma un descanso. Camina a la calle y coincide con la salida de los niños de la escuela. Uno de ellos pasa cerca y extiende la mano: ¡qué hay, doctor!