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Poder total

17 de febrero de 2025 00:03

Donald Trump no es un hombre que duda. Está dominado por las certezas. Rebosante de ideas sobre una multitud simultánea de asuntos. Las convierte en decisiones de gobierno por medio de anuncios y órdenes. Mantiene una permanente presencia pública con constantes declaraciones e imposiciones. Recurre a la provocación, la amenaza y la intimidación.

La situación repercute directamente en la vida de la gente en su país. Se extiende a otras partes del mundo. Este último rasgo es significativo y podría decirse que representa las condiciones que hoy prevalecen. La atención volcada sobre él. Un real espectáculo.

Ha sido un primer mes de gobierno vertiginoso en el que Trump ha controlado por completo la escena política y social con sus posturas y su persona. Una forma expresa de ejercer la autoridad y la pretensión evidente de un control total. Esta es la esencia de su segundo mandato: autoridad y poder totales. El camino ya está trazado.

Para todas las cuestiones que enfrenta en su propósito de mandar radicalmente tiene una propuesta, una solución, una coacción que ejercer y el propósito de imponerse. Repetidamente afirma que los resultados que alcanzará serán: “como nunca antes se han visto”, lo que apunta a la imagen que tiene de sí mismo.

En menos de un mes de su regreso a la Casa Blanca han sido decenas de acciones las que ha emprendido y con una intención expresa de provocar una disrupción que ponga de manifiesto su ímpetu y todo a expensas de la gente que no considera como suya, la que no lo apoya e impulsa. La intención es generar inquietud, la mayor posible, ante la autoridad.

Prometió que desde el primer día actuaría para reducir la inflación, y luego tuvo que reconocer que eso se llevaría más tiempo. No todo responde a su mera voluntad, a sus propios intereses, a su poder, tal y como lo pretende. Eso debe ser frustrante. En este asunto su poder es limitado y, además, enfrenta a una institución como la Reserva Federal, cuyo mandato expreso es mantener la estabilidad de los precios, lo que entra en contradicción con lo que quiere hacer en la economía.

Hay quienes piensan que el entramado institucional de Estados Unidos podrá resistir la impetuosa acometida legal, política e ideológica de Trump. Tal embate lo ha ido entretejiendo con el control que ejerce sobre el Partido Republicano, sobre el Congreso, con la muy controvertida conformación de su gabinete; con el torrente de órdenes ejecutivas que ha dictado. Las propuestas que ha hecho que van mucho más allá de lo meramente controversial.

Quiere una reconformación profunda de la estructura administrativa del gobierno y la está imponiendo, con Elon Musk como ejecutor, en una situación que linda con el conflicto de intereses. La intención es el control total. En un curioso artículo de Michael Crowley publicado en The New York Times, se relata el origen de la conformación de esa estructura administrativa. En 1881 Charles Guiteau asesinó al presidente James Garfield, pues pretendía una posición en el gobierno luego de haber apoyado su candidatura. No la obtuvo y tomó venganza. Esto habría llevado a crear la Comisión del Servicio Civil mediante la Ley Pendleton de 1883. Se garantizaba el criterio de calificación por encima de la lealtad en los empleos federales, mediante expertos que no pueden ser removidos por cuestiones políticas, lo que favorecería un buen gobierno. Tal sistema ha funcionado desde entonces y es lo que Trump busca desmantelar. Esto no ha de causar sorpresa. Ha ordenado restaurar la rendición de cuentas al servicio civil de carrera; el recorte a gran escala del personal en distintos departamentos y ha propuesto reformar el carácter imparcial del cuerpo diplomático. La intención es el control total.

El sistema político está hoy bajo una fuerte presión y eso pondrá a prueba el régimen de contrapesos y al conjunto de las instituciones que definen el sistema político, legal y administrativo del país. La cuestión es si habrá la fortaleza institucional necesaria para constreñir el poder que se pretende concentrar. El juego está en prevenir que su voluntad se cumpla sin cortapisas, el riesgo es grande. El objetivo de Trump es de carácter nacionalista y ánimo autoritario.

Ha impuesto ya tarifas al comercio con China, que ha tomado medidas de represalia, y se inicia así una etapa de proteccionismo con consecuencias inciertas. A esto se añade la muy provocadora presencia de James Vance en Europa. Fue expreso y descarado su apoyo a los gobiernos y partidos de extrema derecha de la región, en una vuelta a la tuerca de la reciente reunión de Madrid de esas mismas fuerzas. La relación entre Estados Unidos y Europa forjada tras la Segunda Guerra Mundial se resquebraja. Este es un mensaje claro que manda Trump, con un giro claro para Rusia y con Ucrania de por medio. El alcance de este giro se extenderá a otras partes del mundo.

Se trata de alcanzar el poder total, no debemos engañarnos. Y, extrañaremos el orden liberal, ahora tan denostado y víctima de sus propios excesos.

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