Berlín. En la edición de 2025 del festival de cine de Berlín, La Berlinale, realizadores mexicanos tienen una importante presencia. En la nueva sección Perspectivas que premia con 50 mil euros las óperas primas de jóvenes realizadores, el joven mexicano Ernesto Martínez Bucio, llega con un trabajo cuyo título ya de por si resulta un tanto inquietante despertando curiosidad.
El diablo fuma (y guarda las cabezas de los cerillos quemados en la misma caja) tiene como antecedente el título de un poema de Karen Plata quien estuvo a cargo del guion.
Los protagonistas son cinco niños de entre 14 y 8 años todos ellos actores no profesionales.
Una producción en que los protagonistas son menores o adolescentes suele ser seleccionada para la secciones de Generación y Generación plus.
El trabajo de Martínez Bucio y su compañera Karen Plata, ha merecido ser posicionado en Perspectivas que este año se estrena en el festival para premiar las óperas primas.
Son 14 filmes seleccionados de países como Estados Unidos, Austria, Italia, Francia, Egipto o la India entre otros.
El impacto emocional de las relaciones fraternales
La historia gira alrededor del día a día de estos menores que se encuentran al cuidado de su abuela - interpretado por Carmen Ramos- cuyo estado mental sugiere pérdida de contacto con la realidad, brotes de esquizofrenia con episodios paranoicos; la figura del diablo es el elemento persistente y amenazante que transmite a sus nietos.
El padre ha salido en busca de la madre que se ha ausentado del hogar por un período de tiempo y como sugiere la historia, no es la primera vez.
La sutilidad de una escena donde se enfocan una serie de medicamentos en la habitación de la madre, revelan un trastorno depresivo.
El entorno es la vivienda familiar cuyo contacto con el exterior está prácticamente vedado, las ventanas cubiertas con periódicos.
La voz y actuación de cada uno de los menores protagonistas revela una madurez extraordinaria al enfrentar el abandono y el frágil estado mental de la abuela, adulto que se supondría asumiría la responsabilidad ante la ausencia de los padres.
Martínez Bucio, ha revelado que su intención ha sido contar una historia que explore las relaciones fraternales, una etapa de vida en que esa convivencia puede marcar para toda la vida.
Cada uno de los cinco hermanos imprime un especial carácter al desarrollo de la historia, son cinco voces todas ellas en una especie de concierto en que al unísono tratan de protegerse contra el exterior, el espacio fuera de la casa que les han enseñado como un entorno amenazador.
Al mismo tiempo cada una de esas voces en su particularidad son únicas, cada uno de los menores enfrenta la situación de abandono a su manera, desarrollan una complicidad inquebrantable ante la amenaza de intervención de autoridades externas: la cámara sigue de cerca su lenguaje corporal y sin filtros en la expresión de sus sentimientos.
Mediante una serie de escenas intercaladas grabadas por una cámara de video, el espectador se involucra en la historia familiar, la profesión de la madre como enfermera, celebraciones de cumpleaños.
Intervencion Institucional
La televisión es prácticamente el único contacto con el exterior. La historia se desarrolla en el principio de los años noventas, las noticias sobre la segunda visita de Juan Pablo II a México. La policía toca a las puertas de la familia ante un reporte de un supuesto intruso en la vivienda. Al percatarse de la situación de abandono de los menores y del estado mental de la abuela, interviene lo que en esa época era el DIF, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia.
Aquí se desarrolla esa complicidad inquebrantable entre hermanos. Cada uno defiende a su manera la integridad familiar, los padres están ausentes por causas triviales; no hay amenaza en el entorno familiar.
Martínez y Plata revelaron que el filme cuenta con elementos autobiográficos que sostienen parte de la historia.
El Diablo Fuma se revela sin duda como fuerte candidata a llevarse el premio como Opera Prima en la edición 2025 de la Berlinale.