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Ciudad Perdida

17 de febrero de 2025 00:15

SÍ, LA GUERRA por la reforma al Poder Judicial ya casi culmina en su primera parte, pero después de la elección de jueces, magistrados y ministros tiene que venir la otra tarea: limpiar o recomponer el Ministerio Público (MP), cómplice de todas todas, de buena parte de las trapacerías de los jueces.

PERO HAY MÁS: tenemos que recordar que el primer contacto de la gente con la ley –sería muy difícil aventurar que con la justicia– es, precisamente, el Ministerio Público.

SEGÚN MUCHOS JUECES, el trabajo de los encargados del Ministerio Público, tan impune como el de los mismos jueces, resulta tan deficiente que deben dejar en libertad a los acusados, aunque aún tengan sangre en las manos. El pretexto para soltarlos es alguna falla en la táctica usada para la acusación.

Y ES TAN importante cambiar o reformar la labor de los MP porque si ahí, donde los asuntos empiezan, no se sanea el quehacer, en poco tiempo la corrupción volverá a corroer el sistema por completo, de eso debemos estar todos muy seguros.

NO SERÁ FÁCIL lidiar con un problema tan arraigado y tan complejo, pero se tiene que realizar no sólo para darle mayor certeza a la reforma, sino para erradicar un punto más que importante en eso de procurar justicia en el país. La reforma, que decíamos ya casi llega a su fin, también abre la posibilidad de recomponer el mal de la barandilla, que si bien está ahí desde épocas inmemoriales, hoy está debilitada, aunque igual de corrompida, y por ello decimos que esta es la oportunidad de establecer nuevas reglas, nuevas formas.

Y ES QUE ya no es soportable que cualquiera que tenga que llegar al MP deba asegurarse de que, antes de tener la razón jurídica y legal, tiene que asegurase de que la chequera esté bien refaccionada, porque la ley, en la barandilla, sólo se mueve a billetazos.

SERÍA UNA TRAGEDIA que después de tantos problemas, de tantas vicisitudes contrarias a la justicia, el Ministerio Público quedara impoluto, aunque sea una parte importante de la corrupción que, como decíamos, si no se corta de raíz, retorna con más fuerza.

EL TIEMPO PASA y las oportunidades se cierran, por lo que es hora de ir a fondo y de trasformar uno de los núcleos de corrupción más importantes del país: el Ministerio Público. La fuerza que ha alcanzado este gobierno y que no se había visto, permite que los cambios que reclama la transformación puedan realizarse con el apoyo de la gente, que seguramente está harta de la hegemonía de la corrupción. De pasadita

OTRO CABO SUELTO que deberá amarrarse es el del tráfico de influencias que termina en formas hipócritas de nepotismo. Sí, la ley que ya está en manos del legislador para impedir que el traslado del poder entre miembros de una sola familia continúe como ahora, quedaría coja si no se aplican reglas claras.

HOY SE ESTÁ viviendo una realidad que no será buena para nadie. El empoderamiento de los miembros de una sola familia en el manejo –¿podríamos decir manipulación?– de ciertos espacios de autoridad podría crear, si no es que ya se hizo, una casta que bien podría dar al traste con todas las intenciones de la 4T.

LA SEÑORA PRESIDENTA tendrá, ciertamente, otro dolor de cabeza y deberá estar muy al cuidado del crecimiento de algunas familias que, lejos de la aprobación de la gente, ejercen cierto poder en algunas zonas del trabajo político y que van tomando fuerza infiltradas en la 4T, pero lejos de su espíritu. Ojalá esto no pase, por el bien de todos.

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