Bajo el asedio de grandes corporaciones, las comunidades cafetaleras del país sufren explotación y pobreza debido a prácticas comerciales injustas que no sólo perpetúan la desigualdad, sino que amenazan la biodiversidad del país, revela un reporte realizado por organizaciones sociales.
De acuerdo con el documento Explotación y opacidad: La realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Nestlé y Starbucks, utilizando intermediarios, estas dos firmas han consolidado un sistema que controla los precios del café que se cultiva en el país, el cual implica diversas estrategias, como certificaciones propias con requisitos que no pueden cumplir los pequeños productores.
El análisis indica que las comercializadoras ECOM Agroindustrial Corp. Limited (ECOM), Neumann Kaffee Gruppe (NKG) y Louis Dreyfus Company B.V. (LDC) acaparan
la producción del café en el país y ejercen un poder desmedido sobre las condiciones de producción y las vidas de los trabajadores
.
Refiere que datos oficiales muestran que en 2024 los trabajadores del cultivo del café, cacao y tabaco ganaban en promedio 106 dólares mensuales, equivalentes a 2 mil 203 pesos. El salario mínimo general para 2024 fue de 7 mil 467.9 pesos por mes.
El documento, elaborado por Coffee Watch, una organización sin fines de lucro; Empower, y ProDesc, una organización mexicana que promueve derechos económicos y sociales, también indica que el monto es inferior a los ingresos de otros trabajadores agrícolas, como los de cultivos frutales (340.22 dólares) y de hortalizas (304.57 dólares).
De la producción del café en territorio mexicano, 70 por ciento proviene de pueblos originarios. Estas comunidades enfrentan explotación y pobreza debido a prácticas comerciales injustas y precios bajos impuestos por grandes corporaciones, lo que perpetúa la desigualdad y amenaza tanto su bienestar como la biodiversidad que protegen
, destaca.
Chiapas, Veracruz y Puebla son los principales estados donde se produce café. Si bien la principal variedad que se siembra es arábica, la cual requiere sombra, humedad y altura, debido al Plan Nescafé –una estrategia creada por Nestlé para asegurar la sostenibilidad del producto– se ha impulsado el cultivo de robusta, una variedad más resistente y productiva, más barata y con mayor impacto ambiental porque requiere sol, lo cual impulsa la tala de árboles.
Si bien en las bolsas de valores de Londres y Nueva York se cotiza el grano, las comercializadoras definen el precio en función de variables como región, tipo, calidad y certificaciones.
En México los precios son determinados por los compradores finales, es decir Starbucks y Nestlé, esta última adquiere 25 por ciento de la producción nacional. No obstante, ambas empresas compran el producto con las acaparadoras
, es decir, ECOM, NKG y LDC, no directamente con los productores, como anuncian las campañas de las dos grandes firmas.
La labor de estas empresas (las comercializadoras) es asegurar a sus clientes un suministro de café constante, con criterios mínimos de calidad, pero a bajos precios
, señala el reporte.
Las intermediarias originarias de Suiza, Alemania y Países Bajos, respectivamente, se quedan con un porcentaje del valor del cultivo, lo que reduce aún más el precio pagado a los productores mexicanos.
Los precios del café se reducen tanto que a veces son insuficientes incluso para cubrir los gastos que se invirtieron en la producción
, resalta el documento.
En el estudio se narra que en 2023, el kilogramo de café cereza alcanzó 0.25 dólares, monto muy por debajo de los 1.2 dólares por kilogramo exigidos por los cafetaleros
.
Los caficultores también se enfrentan a la importación ilegal y de baja calidad del cultivo que proviene de Centroamérica. En esta situación tampoco toman responsabilidad
ninguna de las firmas, dice el análisis.
Además de bajos salarios, casi ocho de cada 10 jornaleros trabajan en la informalidad, es decir, sin contar con prestaciones sociales mínimas, así como con jornadas indefinidas.
Parte de este sistema de lucro, indica el reporte, también involucra a coyotes
, quienes compran el café a productores en áreas más aisladas y empobrecidas para luego venderlas a las acaparadoras.