¿Qué hora es?
, preguntó un usuario en el Metro, y una chica que le daba la espalda se volvió hacia él y le dijo: Usted es Javier Aranda
.
Esta voz enmudeció a partir del 16 de enero de 2025 y nos dejó huérfanos, porque muchos seguidores establecen una relación de gran simpatía con una voz determinada.
Javier Aranda dio voz a toda la obra poética de José Emilio Pacheco para la editorial Planeta. Desde 1998 empezó a grabar textos breves para televisión; en 2000 se incorporó a Televisa con un programa En la opinión de…, con la intervención de un escritor, un intelectual o un científico que daba su opinión sobre temas de actualidad. Fue una barra muy plural en la que participaron personajes como Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor, René Druker, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Federico Reyes Heroles e Iván Restrepo.
La nueva administración cortó de tajo su participación en el Canal 22. Se le avisó un día antes, y a partir de enero quitaron a todos los colaboradores del noticiero: Leonardo García Tsao, Miri Murakami, Patricia Betaza, Kimberly Armengol Janssen; también desapareció la barra Debate 22, en la que participaban Gabriela Tlaseca, Jacaranda Correa, Kimberly Armengol, Guillermo Osorno y el propio Javier Aranda. Eliminaron los programas Con la x en la frente, en el que se visibilizaban museos, galerías de arte, conciertos, las Utopías, gran proyecto cultural de la actual jefa de gobierno, Clara Brugada, o el olvidado Faro de Oriente. El otro programa eliminado fue Transcultura, que en su primera temporada dio voz a los problemas de la gente transexual, cuyo promedio de vida es de 35 años. En este programa se hizo la última entrevista al magistrade Ociel Baena, cuya muerte aún no se ha esclarecido.
En la segunda temporada de Transcultura se abordaron las migraciones que han llegado a México para enriquecer nuestra ciencia y nuestra cultura; fueron parte de esta segunda temporada Hermann Bellinghausen; Walter Urrutia, del Museo Nacional de Culturas Populares; Humberto Mussachio; Susana Cato; Pedro Miguel, colaborador de La Jornada; Emmanuel Haro; Carlos Martínez Assad, y Mary Farquharson, y ya no se transmitieron ocho entrevistas más, entre las que se encuentran las de Enrique Norten y la de Annie Pardo.
−¿A qué se debe, Javier, esta notoria injusticia?
−A que no compartí la política editorial del área de noticias. No me gustó la escasa cobertura de la muerte de Silvia Pinal, la actriz que escogió Luis Buñuel para protagonizar Viridiana. No me gustó que a la directiva del Canal 22 no le pareciera relevante iniciar el noticiero con la nota del Premio Cervantes 2024 a Álvaro Pombo. Tampoco estuve de acuerdo en llevar todos los días insertos de la mañanera que no fueran de cultura y abarcar la totalidad de información de la Secretaría de Cultura.
−Querido Javier, ¿quién te notificó que ya no pertenecías al Canal 22?
−La responsable jurídica y el administrador del canal.
−¿Qué razón alegaron?
−Que fue una decisión de la Secretaría de Cultura, dirigida por Claudia Curiel de Icaza.
−¿Es una decisión que ya veías venir por lo que decías en tu programa?
−Sí. Me di cuenta, porque no querían coberturas de museos privados, dejaron de transmitir un programa de una exposición en el Museo Kaluz por ser privado. El director del Canal 22, Alonso Millán, se negó a cubrir el Día de Muertos en Ixcaret, Yucatán, aunque nos pagaban viáticos y transporte a un camarógrafo, un reportero y un asistente. La cobertura de la Feria internacional del Libro de Guadalajara la redujeron al mínimo, pese a ser la más importante de América Latina, incluso más que la de Fráncfort, como aseguran las grandes editoriales Planeta, Penguin Random House y el Fondo de Cultura Económica.
Javier Aranda es fundador y colaborador de La Jornada, así como editor de la revista Vuelta, con Octavio Paz; La Cultura en México, con Carlos Monsiváis, y La Jornada Semanal, con Fernando Benítez. Recuerdo que Octavio Paz requería de la presencia de Javier Aranda en su casa de Guadalquivir, y en la última etapa de su vida, en su casa de Francisco Sosa, sede actual de la Fonoteca Nacional.
La injusticia en contra de Javier Aranda puede equipararse con el atentado en contra de Excélsior, el 8 de julio de 1976, que expulsó del periódico a Julio Scherer García, Abel Quezada, Gastón García Cantú y a otros del periódico, causando la indignación de los lectores.
−Javier, con las redes sociales, ¿has sentido apoyo de tus televidentes?
−Sí, una seguidora me conmovió al decir: Lástima que han dejado ir lo único valioso del canal. Lo vamos a extrañar terriblemente
, y Alejandro Meléndez, quien renvió el artículo indignado de Humberto Mussachio, también me externó su solidaridad.
Mussachio aseveró en su columna República de las Letras: “La excusa para sacarlo −son excusados, señores− fueron las discrepancias de un profesional como Aranda con las torpes ocurrencias y el servilismo de quienes creen estar por encima de los deberes informativos de un medio público, mismo que pagamos los ciudadanos con nuestros impuestos y que, por eso mismo, está para servir a la sociedad. Pero funcionaretes agachones y analfabetos prefieren hacer de esos medios una caja de resonancia del Ejecutivo”.
He seguido a Javier Aranda al lado de Monsiváis en Sobremesa, junto con Antonio Navalón. La última aparición de Monsiváis en la pantalla se dio gracias a Aranda, quien llevó las cámaras hasta la casa de San Simón. Todos agradecimos este testimonio conmovedor, como reconocemos desde hace años la voz grave y autorizada de Aranda, que nunca se anda con chistecitos ni con alabanzas a su persona. Su voz, ya muy reconocible, y la severidad de su actitud, contrastan con la de tantos protagonistas de sí mismos que interrogan el espejo como la madrastra de Blanca Nieves, quien finalmente se ahogó en sus elogios. Somos muchos quienes admiramos la seriedad de Javier, su austeridad y la exactitud de sus palabras, así como su límpida actitud ante su oficio.