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Que cada uno cuide su casa

14 de febrero de 2025 00:03

Se habla de la sabiduría de los dichos populares. En este caso se trata de un dicho que encuentra su origen en varios sitios de la Biblia e invita a preocuparse cada uno por sus intereses, lo que devendría en una armonía general en beneficio colectivo.

Los dichos populares no están sujetos a críticas desaprobatorias, sino que se les da por summum de sabiduría. En una interpretación de futuro condicionado. El dicho al que hacemos alusión sería cierto en el caso de los conflictos del momento entre México y Estados Unidos, pero no lo es.

La aplicación del dicho en este caso sería fallida. Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, siempre hay que decirlo, es incapaz de evitar que por su frontera sur se filtre todo tipo de elementos, principalmente fentanilo y migrantes indocumentados, lo que ese país considera fatal para sus intereses. Sencillamente el país más fuerte de la tierra es incapaz de proteger sus 3 mil kilómetros de frontera con México.

Por su parte México ha demostrado su incompetencia para sellar en favor de los intereses de Estados Unidos sus 3 mil kilómetros de frontera, como ellos lo exigen. Tal incompetencia nuestra es considerada por aquel país como el mayor de los agravios. ¡Exige que México cuide su frontera!

El diálogo telefónico que sostuvieron los dos presidentes el lunes 3 de febrero contiene la falsía de hacer creer que los dos presidentes confían en la viabilidad de lo prometido: “¡No te elevo los aranceles!”, dijo Trump, “¡si tú haces mi trabajo llevando 10 mil soldados a la frontera y evitas con ello el paso del fentanilo e inmigrantes indocumentados!”

Por su parte la señora presidenta Claudia Sheinbaum, haciendo un alarde de cumplimiento, antes de 24 horas inició la movilización de tropas hacia la frontera. Corriendo, pero llegarán las tropas a su destino, la Presidenta mostró visión, serenidad y energía.

Pronto se demostrará que ellas también fueron incapaces de parar el tráfico de drogas e inmigrantes. No es su especialidad, su género, su materia. Su número no garantiza eficiencia mientras la demanda estadunidense no ceje o el gobierno de Washington haga la tarea que le corresponde.

Hay un tercer actor en este drama: el narco, que no permanecerá impasible ante los esfuerzos mexicanos y estadunidenses. Podría:

1) crear una situación de violencia terrible intensificando sus acciones demostrando así que México no puede hacer respetar la ley;

2) multiplicar tareas de trasiego de fentanilo poniendo en mal a la autoridad mexicana al mostrar al mundo que esta es aparentemente incompetente para cumplir sus compromisos;

3) reducir su presencia para crear la impresión de éxito de la operación y reactivarse pasado el mes. Estamos ambos países en un auténtico callejón sin salida.

El gobierno mexicano, estando alerta del intríngulis en que se encuentra seguramente habrá diseñado ya planes D, E y F, pero, a pesar de todos los esfuerzos, no se avizora un final feliz.

De los planes A, B y C poca o ninguna regla metodológica se advierte. No se le percibe cuáles objetivos, metas, programas y responsables ni cuál fuera su elemento de control. Nada indica que estén definidos. Dada la naturaleza del compromiso, poco apreciable habría sucedido en un plazo de 30 días, ni sabremos quién ni cómo se habría medido y con qué credibilidad.

Lo que vivimos y lo que viviremos al menos cuatro años bien puede ser un plazo suficientemente largo para remodelar el american dream y de pasada llevar a varios países hacia situaciones hoy no imaginadas. Ya se fijará en el lenguaje del mundo internacional lo que, anticipándonos, pensamos que podría ser la doctrina Trump.

A lo largo del tiempo, tendremos tropezones y magras victorias, pero acabaremos en lo mismo, nuestra interdependencia es inamovible, nuestra autonomía es menos que un sueño. Somos vecinos ajenos y distantes que no sabemos cuidar la casa.

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