Una de las red flags más grande que tenemos a nivel mundial es la del Sistema de Salud, no sólo por la forma en la que se educa a los estudiantes de medicina, también por las malas condiciones en que se tienen tanto a médicos y pacientes en los hospitales. En esta ocasión tenemos tres países que reflejan el problema: México, Estados Unidos y Francia.
En una especie de decisión surrealista, la Cámara de Diputados redujo 2 mil 848.4 millones al Fondo de la Aportación para los Servicio de Salud en Oaxaca. Dejando así al hospital civil Aurelio Valdivieso sin suficientes insumos, medicamentos y equipo especializado. De acuerdo con la señora Martina Hernández “es mejor esperar la muerte en tu casa, que esperar a que te atiendan en el hospital”.
Para amortiguar el golpe financiero, la dirección del hospital decidió tomar medidas: suspender todas las cirugías programadas y transferir casos obstétricos a la Red Obstétrica Metropolitana, dejar sin alimento al personal para que los pacientes puedan comer, y dejar de atender pacientes enviados de otros hospitales. Ante esta situación la administración del hospital ha pedido ayuda a la Coordinación Estatal de Servicios de Salud IMSS-Bienestar Oaxaca, quienes no han dado respuesta, como se publicó en estas páginas el pasado 10 de febrero.
Al final de este párrafo puedo escuchar la indignación de los mexicanos. “¿Por qué el gobierno no hace bien las cosas?, qué les cuesta” o un clásico “nos hubieran conquistado los ingleses y México sería otra cosa, seríamos como los gringos”. Aunque es valido sentirse así, Estados Unidos no vive su mejor momento.
Quienes tienen muy claro el problema son los pacientes que participan en ensayos clínicos. Es el caso de Asanda Zondi, una mujer de 22 años que llegó a su clínica para dar seguimiento a su tratamiento para prevenir el sida y embarazos no deseados. Minutos después le informaron que la U.S. Agency for International Development había retirado el financiamiento del ensayo al que pertenecía. Esta decisión que tomó el presidente Trump provocó la cancelación de miles de programas mundiales, ya que la agencia es un organismo internacional. Y aunque parece una locura, el presidente estadunidense busca desmantelar dicha agencia.
Ante esta decisión la doctora Leila Mansoor, una científica que trabaja en un centro para investigar el sida, Centre for the AIDS Programme of research in South Africa, dijo: “Hay anillos vaginales que deben ser removidos de inmediato”. Y agregó más adelante que “la ética y los principios son primero. Existe una línea”. Otros de los ensayos clínicos que quedaron sin financiamiento sirven para tratar malaria, cólera, cáncer cervical, tuberculosis, entre otros.
Como vemos el problema curiosamente no es en qué lado de la línea estamos, porque al parecer la crisis de salud no conoce fronteras. Lo que nos lleva al caso de Francia. Un país donde cada vez se les exige más a los estudiantes de medicina.
Además de llevar la pesada carga del inicio de su carrera, deben pasar un examen oral al final del año. Si no lo hacen, pueden ser expulsados de inmediato. “La idea detrás de los exámenes orales era diversificar los perfiles de los estudiantes, seleccionando jóvenes con cierta aptitud para la comunicación, más allá de los perfiles muy científicos”, explica Benoît Veber, presidente de la conferencia de decanos de medicina. “Queremos humanizar la atención al paciente, se trata de algo muy importante en esta profesión”.
Ese panorama nos deja pensando ¿Es humano estresar y provocar crisis nerviosas a los futuros médicos? ¿eso los va a enseñar a tratar mejor a los pacientes?, ¿es ético quitarle el tratamiento a un paciente que podría morir si no se le da seguimiento?, ¿es justo que los trabajadores del sector salud deban renunciar a sus alimentos para lidiar con una crisis económica basada en una decisión política?