Madrid. Pablo Ruiz Picasso vivió con desasosiego el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que ocurrió en la etapa en la que se había trasladado a vivir a la localidad francesa de Royan, donde además registró su pesar y preocupación en ocho cuadernos de dibujos a lápiz y tinta que ahora se agrupan y se exponen en el Museo Picasso de Málaga.
“Los lienzos, los bastidores y los óleos eran más escasos que el papel, la tinta y el gouache. Así, para desarrollar sus ideas en secuencia, característica de su método de trabajo, dedicó gran parte de sus energías creativas al dibujo”, explicó Marilyn McCully, la curadora de la exposición Picasso: Los cuadernos de Royan. Nunca antes se habían expuesto los ocho cuadernos juntos, debido a que se encontraban desperdigados en colecciones privadas y en el propio acervo de la familia, que en el pasado los habían mostrado en contadas ocasiones y de manera aislada.
Los llamados cuadernos de Royan
son ocho compilaciones de dibujos a lápiz y tinta, junto con gouaches, fotografías, pinturas, dibujos y poemas que muestran las turbulencias emocionales del artista español en tiempos de guerra, concretamente en los años 1939 y 1940, justo cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial y poco tiempo después de que él mismo tuviera que exiliarse en Francia a raíz del estallido de la guerra civil española (1936-1939) y la llegada al poder de una dictadura fascista liderada por Francisco Franco.
Picasso se trasladó a vivir a Royan, a un balneario a las afueras de la ciudad, entre septiembre de 1939 y agosto de 1940. Ahí estuvo acompañado por Dora Maar y por Jaime Sabartés, además de Marie-Thérèse Walter y Maya, la hija que había tenido con Picasso, pues se consideraba que ese lugar, al estar lejos de la capital francesa, parecía un refugio seguro ante el avance inexorable de las tropas nazis y la amenaza latente de una invasión. Durante esos ocho meses, inquieto por la guerra, Picasso realizó en varias ocasiones el trayecto de los 500 kilómetros que separan a Royan de París, con el fin de comprobar, como extranjero que era, que sus documentos estaban en regla, así como para controlar la seguridad y el almacenamiento de sus obras, e incluso para asistir a los preparativos de una exposición de sus dibujos.
Ideas en secuencia
La curadora McCully explicó que “la naturaleza de la actividad artística de Picasso cambió, determinada en gran medida por la limitada disponibilidad de materiales: los lienzos, los bastidores y los óleos eran más escasos que el papel, la tinta y el gouache. Así, buscando desarrollar sus ideas en secuencia –característica de su método de trabajo–, dedicó gran parte de sus energías creativas al dibujo.
Posiblemente debido a esa dificultad de encontrar materiales artísticos en Royan, Picasso compró en la librería local Hachette varios cuadernos de dibujo y otros de notas de papel normal, ya fuese rayado o cuadriculado. Estos pequeños cuadernos le permitían llevarlos consigo a su habitación de hotel, a la villa o incluso a la mesa de un café al aire libre, algo habitual, ya que, tal y como suelen hacer los artistas, Picasso utilizó durante toda su carrera libretas de bocetos para anotar ideas visuales con referencia a obras anteriores o a nuevas ideas de composiciones futuras
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Muestra excepcional
Marilyn McCully también precisó que se trata de una muestra excepcional
porque es la primera vez que se exhiben los ocho cuadernos juntos, con lo que se puede llegar a entender con más precisión todo lo que ocurrió en la mente de Picasso durante esa estancia en Francia
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Y son precisamente esos cuadernos, comprados en la pequeña librería de la ciudad, los que se muestran ahora y en los que están todas las preocupaciones y gustos estéticos del Picasso de entonces: desde el bodegón, género que abordó en tiempos de guerra con especial dramatismo, hasta estudios formales de figuras femeninas que recuerdan a su compañera de entonces, Dora Maar, fuente de inspiración artística durante su estancia en esa localidad. Además, destaca la casi ausencia de retratos de Marie-Thérèse Walter y de su hija Maya, a las que veía a diario. Entre los cuadernos expuestos en el Museo Picasso Málaga, uno de ellos recoge también escritos poéticos de Pablo Picasso, forma de expresión con la que había experimentado por primera ocasión en 1935.
Aunque no hay certeza del número exacto de los lienzos que Picasso pintó durante su estancia en Royan, cuatro obras presentadas en esta exposición reflejan su actividad pictórica y su pulsión creativa en ese periodo. Se trata de Busto de mujer con los brazos cruzados detrás de la cabeza (1939), Tres cabezas de cordero (1939), Mujer peinándose (1940) y Café en Royan (agosto de 1940).
La exposición, organizada por el Museo Picasso Málaga en colaboración con la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso, junto con la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, estará en cartel hasta el 30 de abril.