Los datos de los científicos y los organismos internacionales que se ocupan del clima, confirman que el año pasado fue el más caluroso registrado y el primero en superar el calentamiento global por debajo de 1.5 grados Celsius, fijado en el Acuerdo de París. No sobrepasar ese límite evitaría empeoramiento de sequías, olas de calor y un aumento catastrófico del nivel del mar. Por encima de esos 1.5 grados Celsius, la crisis climática causada por el hombre y alimentada por la contaminación proveniente de combustibles fósiles, se excede la capacidad de adaptación de los humanos y la naturaleza.
A estas pésimas noticias para el mundo, se une el inicio del mandato de Donald Trump. Entre sus primeras medidas destaca retirarse del Acuerdo de París y anunciar la preeminencia de los hidrocarburos como parte de su política energética y económica, en detrimento de las fuentas alternas. Y ello cuando casi todos los países del mundo se comprometieron a esforzarse por mantener la vigencia el acuerdo mencionado. Y mucho más, de ser posible.
Donald Trump es un conocido negacionista climático. En su primer mandato retiró a su país del Acuerdo de París. Y ahora lo repite, cuando los especialistas advierten que retrasar las acciones pro clima por las principales economías mundiales, dará por fruto niveles de calentamiento aún más altos, y con ello, impactos cada vez peores.
Trump y sus asesores cercanos plantean además retirar a Estados Unidos del Tratado de Naciones Unidas para abordar el cambio climático. Ello dificultaría las negociaciones internacionales y obligaría al resto de los grandes generadores de gases de efecto invernadero (China, Rusia y los 27 países de la Unión Europea), a vigorizar sus programas para evitar mayores efectos por el aumento de la temperatura.
El mandatario republicano y sus asesores no están solos en la idea de que el calentamiento global es un mito. Los acompañan mandatarios como Javier Milei, en Argentina; la señora Giorgia Meloni, en Italia; el partido fascista Vox, en España, y otros partidos de ultraderecha de Europa. Como los dirigentes del Alternativa por Alemania (AfD), cada vez con más adeptos. Todos ellos aseguran que las actividades humanas no influyen en que haya temperaturas más elevadas.
Mientras, crece el número de desplazados por el aumento del nivel de los océanos y/o una calidad de vida muy baja. Datos recientes muestran que el cambio climático está originando la que podría ser la mayor migración masiva en la historia de la humanidad. La respuesta de los países desarrollados es rechazar a los migrantes.
Trump y otros dirigentes tienen diferentes objetivos durante su mandato. Uno fundamental y poco analizado es un mayor gasto en armas por parte de los gobiernos aliados. Por ejemplo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dicho que lo que se necesita básicamente es un impulso en defensa. “Durante muchos años hemos invertido poco en ese rubro y por eso es muy urgente un aumento del gasto militar de gran magnitud”, sostiene. Y el motivo va en dos direcciones: por un lado, frenar la “amenaza permanente” de Rusia y, por el otro, contentar a Donald Trump, que pide a sus aliados elevar el gasto militar hasta 5 por ciento de producto interior bruto.
Los datos recientes no dejan duda sobre cómo las 27 naciones de la Unión Europea compran en el extranjero demasiados equipos de guerra. Casi dos tercios de ellos tienen su origen en Estados Unidos. En un informe del ex primer ministro italiano y jefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se señala que, entre 2022 y 2023, 63 por ciento de todos los pedidos de defensa del bloque europeo se hicieron a empresas estadunidenses. Países Bajos ya se sumó a la lista de miembros de la Unión Europea que han encargado los costosos aviones de combate F-35 fabricados en el vecino país.
En 2022, el gasto en investigación y desarrollo en defensa de los 27 países de la UE, ascendió a 11 mil 800 millones de dólares, frente a los 140 mil millones de Estados Unidos, que cada año eroga 16 por ciento de su presupuesto en defensa. Con menos de ese dinero se podría retener en África, Medio Oriente y América Latina a los cientos de miles de refugiados climáticos y elevar su calidad de vida y trabajo, así como evitar el calentamiento global. Pero hoy en el mundo impone su ley el complejo industrial militar: Ucrania y Gaza son ejemplos notables.