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Guardias vigilan las 24 horas del día los accesos a la planta para evitar que sigan desmantelando el cableado de la empresa o que dañen equipos. Foto Jared Laureles
10 de febrero de 2025 07:58

Más de tres años después de firmar (2021) un acuerdo reparatorio y, por lo mismo, comprometerse a pagar 216.6 millones de dólares para resarcir el fraude por él cometido –en connivencia con Emilio Lozoya Austin, director peñanietista de Pemex– en la compraventa de Agronitrogenados, tres son los logros concretos del hampón Alonso Ancira Elizondo (el modelo empresarial a seguir, según Carlos Salinas de Gortari): evadir el pago total del acuerdo, quebrar Altos Hornos de México y cómodamente huir a Estados Unidos, en donde goza de libertad absoluta.

En este culebrón queda claro que alguien metió la pata –por decirlo suave– en la Fiscalía General de la República (FGR) al confiar y llegar a un acuerdo con este mafioso que la privatización salinista elevó a rango de barón tras quedarse –a precio de regalo y sólo por la gracia del innombrable– con la mayor acerera del país, Altos Hornos de México (AHMSA), la cual exprimió sólo para quebrarla, dejando en la calle a miles de trabajadores.

Dicho acuerdo estipulaba que Ancira Elizondo abandonaría el Reclusorio Norte (en donde fue enchiquerado tras su extradición de España) siempre y cuando pagara los 216 millones de dólares citados como parte de su compromiso reparatorio. Caso contrario, regresaría a ese penal de inmediato y su proceso penal continuaría hasta las últimas consecuencias. Nada de eso sucedió, porque incumplió el pago (además de no saldar los adeudos de AHMSA con Pemex, el IMSS, el Infonavit y al SAT, entre 3 mil y 5 mil millones de pesos), nunca regresó a su celda y huyó a Estados Unidos (también tiene esa nacionalidad) en donde vive libre y sin problema alguno.

Todo indica que en la FGR no hicieron caso de la advertencia de tiempo atrás hecha pública por el líder del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, quien en su libro El colapso de la dignidad (coeditado por La Jornada) subraya: “Alonso Ancira Elizondo es un oportunista que no tiene amistades ni lealtades, sólo intereses. Es profundamente narcisista; hombre robusto, enfrascado en una perpetua lucha por perder peso, que a medida que envejece se ha sometido a varias cirugías para verse más joven y delgado. Donde quiera que va, siempre está rodeado por asistentes muy atractivas, generalmente jóvenes de aproximadamente 20 años… Siempre está tratando de fingir como si fuera un conocedor o un experto en leyes, aunque lo único que consigue la mayor parte del tiempo es exponer su propia ignorancia y falta de conocimientos”.

Meses atrás, el Sindicato Minero, por medio del propio Gómez Urrutia, propuso a la presidenta Sheinbaum analizar la creación de una cooperativa con participación de esa organización obrera, empresarios con visión social y gobierno federal, con el fin de volver a poner en operación a AHMSA, recuperar las plazas laborales, reactivar la economía de Monclova (sede de esa empresa) y pagar a los acreedores. Hasta ahora no se conoce respuesta oficial, mientras Alonso Ancira Elizondo goza de cabal impunidad.

Eso, por lo que toca al mafioso Ancira Elizondo. Por la de los trabajadores, La Jornada (Jared Laureles) lo documenta así, desde Monclova, Coahuila: “han transcurrido poco más de dos años desde que AHMSA produjo el último gramo de acero. Desde entonces 8 mil obreros quedaron en el desempleo, con proyectos de vida truncados y muchos de ellos están en la miseria. Pero la afectación del cierre no sólo se quedó ahí, se extendió a familias de la región, quebraron ‘cientos de empresas’ y se transformó la dinámica citadina.

“En estos duros años, los trabajadores y sus familias han tenido que enfrentar hambre, falta de trabajo, estigmatización, represión y en literal desamparo las extremas condiciones climáticas en este municipio considerado antaño La capital del acero… Pese a ello se mantienen en lucha. Mientras demandan el pago de sus salarios atrasados –más de 90 semanas– y finiquitos, las 24 horas del día realizan guardias en grupos de tres turnos en los accesos de la planta para evitar que chatarreros o ladrones sigan desmantelando el cableado de la empresa o dañen los equipos que son de gran valor, los cuales son su única esperanza para recibir los recursos que por derecho les corresponde después de años, incluso décadas en algunos casos, de trabajo”.

¿Y Alonso Ancira? ¿Y la FGR?

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