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Considera hija de Juan O’Gorman donar el archivo personal del artista a la UNAM

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La pedagoga María Elena O’Gorman asistió ayer a la inauguración de la muestra ‘Todo O’Gorman Juan O’Gorman’, en el Museo Universitario de Ciencias y Artes en Ciudad Universitaria. Foto María Luisa Severiano
09 de febrero de 2025 09:06

Tranquila y orgullosa por la memoria y el reconocimiento que se tiene en México de la vida y la obra de su padre, el pintor y arquitecto Juan O’Gorman (1905-1982), María Elena O’Gorman adelantó a La Jornada su interés de donar a nuestro país el archivo personal que resguarda de aquel prominente artista, de quien este año se celebra el 120 aniversario de su nacimiento.

Tal acervo, detalla, contiene fotografías, unos 10 grabados y correspondencia personal, así como artículos sobre su trabajo y algunos otros documentos, además de una serie de pinturas originales de quien fue su esposa, la también artista y botánica estadunidense Hellen Fowler.

Tengo un baúl grande con muchas cosas; lo he revisado muy poco. Aún no sé bien qué hacer con él, pero mi intención es enviarlo a México. Pienso donarlo, porque, cuando yo muera, no sé cuál será su destino. Por eso es mejor que esté aquí, es donde debe estar, indicó la pedagoga, quien desde hace varias décadas reside en San Antonio, Texas.

Afirmó que para hacer tal cesión –la cual incluiría también el caballete del artista, el mismo que aparece en su célebre pintura Autorretrato múltiple (1950)–, solicitará la intemediación de la directora de la Fundación Espacio Nancarrow O’Gorman, la historiadora del arte Adriana Sandoval. En principio, contempla que sea a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por ser la institución donde estudió su padre y el lugar que resguarda su obra más significativa: el mural de la Biblioteca Central, que abarca las cuatro caras externas de ese edificio.

Respecto de las pinturas de Hellen Folwer o Hellen O’Gorman, su mamá, María Elena O’Gorman precisó que son las mismas que dieron pie a un libro sobre plantas y árboles endémicos de México publicado a mediados del siglo pasado, del cual existe actualmente la propuesta de un grupo de biólogos de la UNAM, encabezados por Martí Gil, de reditarlo.

Nacida en 1956 en San Francisco, Estados Unidos, María Elena O’Gorman fue adoptada por el matrimonio formado por el muralista mexicano y la mencionada artista estadunidense cuando tenía 18 meses de nacida. Bunny, como le decían sus padres, vivió tanto en la casa de San Jerónimo como en la de Jardín 88, a unos pasos del actual museo de Rivera y Kahlo. Actualmente se encuentra de visita en México después de 20 años de ausencia. La más reciente vez que estuvo aquí fue con motivo de la celebración del centenario de Juan O’Gorman, en diciembre de 2005.

Ahora lo hace en ocasión de la muestra Todo O’Gorman Juan O’Gorman, inaugurada ayer en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), en Ciudad Universitaria, a través de la cual diversas instituciones públicas, de educación superior –UNAM, UAM e IPN–, la Fundación Espacio Conlon Nancarrow y artistas nacionales unen esfuerzos para festejar al pintor y arquitecto por el 120 aniversario de su nacimiento.

Posible recontrucción de la Casa Cueva

Me siento muy orgullosa por este homenaje, me da mucho gusto, es un honor. Sí siento que mi padre es muy bien valorado en México, se le reconoce como arquitecto y como artista plástico, subrayó la pedagoga ya jubilada en la entrevista con este diario.

También expresó que se siente muy contenta de que en la citada exposición se muestra la maqueta de la Casa Cueva, y de que incluso exista la posibilidad de reconstruirla, como se dijo durante la apertura de la muestra, sobre todo porque la demolición de ese inmueble destruyó a mi papá mentalmente; después de eso se fue para abajo. Era su bebé, su creación.

Destacó que Juan O’Gorman tenía una visión social del arte y la arquitectura. Del primero, consideraba que mucho de su sentido era educar a la gente, por eso sus murales son obras educativas, sobre la historia de México. A la arquitectura, agregó, la veía como un elemento para dotar de mejor vida a las personas, como lo hizo patente en el diseño de sus escuelas, en las cuales priorizaba la luz y la ventilación naturales. Tenía una visión social de la arquitectura, pues también pugnaba porque fuera accesible.

–¿Qué recuerda más de su padre como artista?

–Como pintor, porque era lo que más veía de él. Recuerdo, por ejemplo, cuando estaba haciendo el mural en el Castillo de Chapultepec. Mi mamá y yo le llevábamos la cena todas las noches porque se quedaba la semana completa trabajando en ese lugar.

–¿Y como persona?

–Pues tenía sus ideas, pero era muy amoroso conmigo y se preocupaba mucho. A final de cuentas, era mi papá. Por sus ideas..., quiero decir que era muy liberal y disciplinado. Fue también marxista y quizá sí se desencantó un poco, pero no dejó de creer en que todos somos iguales. Era socialista.

Tras indicar que la creación que más le enorgullece del artista es la Biblioteca Central de la UNAM –es una obra magnífica, de gran belleza, y sigue aquí–, María Elena O’Gorman consideró que los proyectos de arquitectura escolar de Juan O’Gorman son menos explorados que la obra muralística, ya que esta última tiene mucho color y es más llamativa, mientras las escuelas son más utilitarias.

Mi papá sabía que su trabajo no le gustaba a mucha gente, aunque no es algo que yo recuerde muy bien, porque era muy niña, dijo, para luego recalcar que el legado de éste en el terreno de la arquitectura funcionalista sigue presente en la actualidad y, al respecto, mencionó que las escuelas primarias en Estados Unidos están casi iguales a las que mi papá diseñó, aunque no creo que se sepa que él hizo eso. Se ven iguales.

–¿Cuál es una de las lecciones claves de su arquitectura para las nuevas generaciones?

–La simplicidad. Le gustaba mucho. No sé si ha visto lo que hizo en la casa de Diego Rivera, los tinacos están abiertos, todo está funcional. A mi mamá no le gustaba tanto, pero…

Acerca de Todo O’Gorman Juan O’Gorman, se resaltó en su apertura que se trata de una exposición multidisciplinaria, una fiesta por la memoria, un diálogo que se provoca en el seno de uno de los proyectos educativos más importantes de nuestro país: Ciudad Universitaria.

Curada por Adriana Sandoval, permanecerá abierta hasta el 5 de abril y en ella se integra un cuerpo de obra conformado por el acervo más importante de arquitectura temprana del artista, facilitado por la UAM Unidad Azcapotzalco y documentos del Archivo General de la Nación, mediante Memórica: México haz memoria; el Archivo de la Ciudad de México, la Fototeca Nacional del INAH; la Academia de Artes; el Archivo Histórico de la UNAM; el Archivo Histórico del IPN, y el Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, así como obra de diversos artistas nacionales.

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