Desde el proceso de colonización y conquista de los territorios que hoy son Estados Unidos (EU), se fomentó la idea de la tierra de la abundancia y las oportunidades. Millones de personas migraron hasta esas tierras con el sueño de enriquecerse rápidamente. El ascenso y consolidación de EU como potencia hegemónica mundial ocurrió tiempo después. Hace apenas un siglo. Las dos guerras mundiales y la crisis económica de 1929 fueron el contexto y parte de las razones de su ascenso.
Con su poder militar y económico, con su industria cultural, y haciendo de su moneda la divisa mundial, logró imponerse frente a la opción fascista de gestión del capitalismo. Durante casi todo el siglo XX, compitió también por la hegemonía mundial contra la alternativa socialista hasta decretar, al menos por un tiempo, un mundo unipolar.
En su proceso de constitución primero como nación y luego hegemón, EU dijo enarbolar los ideales y valores más aceptados de la modernidad: democracia, progreso, civilización, derechos humanos, libertad de expresión. En la batalla por el espacio y en los deportes se puso igualmente a la vanguardia. El país de las libertades construyó “consenso” para tutelar al mundo incluso creando instituciones: su poderío económico, su capacidad tecnológica y militar, así como su industria cultural fueron los pilares de ese tutelaje.
En realidad, a lo interno y en lo internacional, su poderío se construyó con el exterminio de poblaciones locales, con esclavismo, con la represión de las disidencias políticas internas, la colonización e invasión de territorios más allá de sus fronteras, con el financiamiento, apoyo o ejecución de golpes de Estado; con la fabricación de conflictos, e innumerables crímenes y barbaries.
En nombre de la libertad, la democracia y los derechos humanos, EU inició guerras y golpes de Estado que en realidad fueron guerras imperiales y coloniales. El expansionismo estadunidense lanzando bombas de napalm sobre Vietnam, o devastando Irak bajo el pretexto de combatir al terrorismo, son imágenes que el mundo no debe olvidar; como tampoco debe olvidar que ese imperio no es invencible: la victoria del pueblo cubano en Playa Girón es bandera antimperialista y anticolonialista.
La llegada de Trump y sus aliados al poder en EU, y todo lo que representan, marca el fin de una era: el final de su hegemonía. Se distancian del discurso y los valores que le sostenían y se muestran en su peor versión: la opción neofascista de gestión del capitalismo. La tierra de la abundancia y las oportunidades a la que llegaron millones de migrantes se convierte en la tierra negada, con muros y militares impidiendo el libre paso. El país que presumió ser el de los derechos humanos, se convierte en el país de las redadas transmitidas en tiempo real, el de la cacería del otro, del diferente.
La supuesta tierra de la libertad deviene en el país de las cadenas y los grilletes. El país que hace apenas unas décadas presumía ser el paradigma no discriminatorio y donde el multiculturalismo neoliberal llevó hasta la presidencia a un afrodescendiente, hoy exalta su racismo y su xenofobia. El corazón de la industria cultural que sedujo a millones en todo el mundo se muestra en su lado más conservador y anticientífico, que niega el cambio climático, las vacunas y la diversidad sexogenérica. Sabedor de que el mundo hoy es multipolar, presiona a sus antiguos aliados para enfrentarse a sus competidores. Refuerza sus acciones sobre “su zona de influencia”, América Latina, para disciplinarla y alejarla de China y Rusia. Demasiado tarde: el gigante asiático se ha introducido por todos los rincones.
En sus crisis de hegemonía, el imperio se muestra con su verdadero rostro. Las clases dominantes no podrían reaccionar de otra forma: esparcir el miedo, intentar sostenerse mediante la generación de terror. La plutocracia se alinea e impulsa a otros países a tomar el mismo camino, como Elon Musk apoyando a la extrema derecha en Alemania. Todavía queda por observar qué parte de todo lo que dice el nuevo gobierno es bluf y qué parte es realidad, pero no hay dejar de ver que incluso ese bluf modifica el sentido común, ese que el mismo Trump prometió disputar en su discurso de toma del poder.
La crisis de hegemonía de EU los lleva a mostrar su verdadero rostro: lo que siempre fueron y quisieron ocultar. Esa crisis es preámbulo de escenarios oscuros que estamos por presenciar. Al ascenso de las nuevas extremas derechas por todo el mundo se abre también la posibilidad de intensificación de guerras interimperialistas. En ese escenario, las fuerzas anticapitalistas están llamadas a abrir horizontes de posibilidad. México y América Latina jugarán un papel central en la resistencia y en la creación de alternativas. Toca creer y crear el futuro hoy.
*Sociólogo
X: @RaulRomero_mx