DE NINGUNA MANERA quisiera que esto que pretendemos comunicar suene a alarmismo. Por el contrario, se busca entender el mal para combatirlo, y el mal está allá y el campo de batalla está ahí. No vayamos a cometer el error de querer hacer la guerra comercial en nuestra tierra.
NOS TIENE QUE quedar bien claro que Trump no pretende salvar a su gente. Si así fuera, la guerra contra la droga, en todas sus facetas, sería el motivo para crear un plan de combate interno, que no existe.
DE LA MISMA forma y respecto de sus necesidades, en lugar de rechazar tendría que abrir las fronteras lo suficiente para hacer que su economía no sufra, cosa que sucederá sin remedio.
POR ESO NOS queda claro que Trump, en su delirio de grandeza, busca algo más que impedir la migración ilegal o combatir el comercio de drogas que efectúan los capos de su país, que sí parecen sus protegidos. No hay ningún pez gordo gringo tras las rejas.
ENTONCES, A RIESGO de que se nos califique de alarmistas, debemos decir que no hallamos un elemento sólido que justifique el tamaño del golpe, y eso porque estamos seguros de que las intenciones del presidente convicto no son frenar la migración o combatir el narcotráfico.
TRUMP ES IMPERIALISTA al modo moderno, pero con mentalidad hitleriana, de todos modos. Sus ideas de dominio están bien claras y para eso necesita contar con elementos que le faciliten la manipulación de los gobiernos que pretende controlar.
Y LO PEOR es que quiere engañar con la verdad. Nadie puede negar que los asuntos que, según él, le preocupan y son parte de su mentalidad perversa conformen una falacia, pero tampoco pueden suponer una solución completa sin que en su país, en lo interno, no se corresponda con medidas persuasivas del tamaño de las que reclama a México.
UNA BUENA PARTE de la solución que le carcome está dentro, en las calles, en las oficinas, en la vida cotidiana de los gringos, y allá no se mueve un dedo. ¿Por qué? Pues porque las dos demandas que exige no son más que un pretexto para lanzarse contra nuestro país y contra Canadá con las fauces abiertas.
TAL VEZ NO tengamos –ojalá– razón en lo que advertimos, pero no hay nada que nos indique pensar de otra manera.
TAL VEZ PARA nosotros lo mejor sería menoscabar al monstruo por dentro. Hacer que los nacionales que viven allá apliquen medidas de resistencia. Denuncias en medios, mensajes en la televisión que hablen de cómo se va a desatar la inflación y cómo les va a afectar, o paros intermitentes en áreas estratégicas de trabajo. No podemos confundirnos, la guerra está allá.
POR LO QUE hace al tráfico de drogas, denunciar a los capos de la nacionalidad que sean, en un combate que el agente naranja y su gobierno deberían dar, pero que no enfrenta porque protege, eso sí, a sus capos, a las mafias a las que sirve, porque fueron las que lo llevaron, seguramente, a la Casa Blanca.
LOS DÍAS QUE vienen serán de un estira y afloja que nos dará más datos sobre lo que se pretende de aquel lado, pero frente a la realidad, lo más probable es que el convicto no quiera llevar al terreno de la inflación a su país y por eso presiona, es decir, lo que busca es, por ejemplo, meter a la DEA sin restricciones de actuación al país, pero ya veremos, ya veremos.
De pasadita
LO QUE NO se imagina el convicto de la Casa Blanca es que América Latina y Canadá están hartos de una hegemonía perversa que se ha ejercido en su contra.
ENTONCES, ESTO QUE se establece ya como una crisis podría ser la oportunidad para lograr un gran frente regional que se sacuda esa supremacía que tanto daño ha causado.
ASÍ QUE CUIDADO, no vaya ser que la maldad se le revierta.