no la necesito(Trump dixit), América Latina debe aceptar la
invitacióndel salvaje de la Casa Blanca: dejar que el cada día más deteriorado Estados Unidos se haga bolas con su guerra comercial, que aproveche los pocos gatos que tiene en la región (los Milei, Noboa, Boluarte) y que sufra las consecuencias de intentar imponer a terceros su alocada cuan enferma agenda política, económica y social. Por ello, es el momento preciso de cortar el largo cordón umbilical de la dependencia con Estados Unidos y voltear a otros mercados, foros intergubernamentales y países para tomar un nuevo rumbo –más civilizado y multilateral– en el que el diálogo y la negociación, no la imposición y la amenaza permanente, sean las normas en las relaciones con la comunidad de naciones.
Una de las alternativas, que no la única, es el BRICS+ (comunidad de países que a estas alturas representa más de 36 por ciento del producto interno bruto mundial, 37 por ciento del comercio internacional, casi la mitad de la población del planeta, un territorio conjunto cercano a 40 millones de kilómetros cuadrados y 40 por ciento de la producción global de petróleo, más el enorme potencial tecnológico de naciones como China). Sin embargo, por esa misma enfermiza dependencia con el vecino del norte (fortalecida a grado sumo por el régimen neoliberal, especialmente a partir de Carlos Salinas de Gortari) México ha rechazado la invitación que le giraron para sumarse a ese esfuerzo multilateral, porque nuestra prioridad es elT-MEC
, el mismo que Trump quiere cancelar.
En cambio, los neoliberales –y antes de ellos– gozosamente se prestaron a ser los gatos del vecino del norte, aceptar sus condiciones y caprichos, y avalar, sin más, que un fulano –el que ocupe la Casa Blanca, qué más da– imperialmente imponga ritmo y rumbo de todo y para todos. Por ello, es el momento de cortar por lo sano y transitar por otros caminos.
Y llegó el día, porque ayer el salvaje Donald Trump aseguró que no hay nada que México, Canadá y China puedan hacer para evitar los aranceles
(25 por ciento para las dos primeras naciones y 10 por ciento para la tercera, que hoy entrarán en vigor), algo que no me preocupa
por el impacto negativo que esa decisión tendrá entre los propios estadunidenses (mayores precios, más inflación y desabasto, entre otros efectos inmediatos) y en los mercados internacionales (también amenaza con aplicar un arancel de 10 por ciento al petróleo canadiense –Estados Unidos es su principal cliente– y mexicano, que cada día exporta menos crudo a su vecino del norte).
Trump dice que los aranceles son la respuesta a la importación de fentanilo a territorio estadunidense y porque el país tiene un déficit con estas naciones
, pero, como siempre, culpa a terceros de sus problemas, como si Estados Unidos no tuviera vela en el entierro. Por ejemplo, en ningún momento (de su campaña electoral a la fecha) se ha referido a tomar medidas concretas para combatir el creciente consumo de esa droga, aminorar la muertes por sobredosis, ayudar a que los adictos se recuperen ni declarar la guerra
en contra de los distribuidores en territorio estadunidense. Para él, eso no existe, con todo y que sus decisiones pueden cancelar un comercio trilateral de aproximadamente un billón 600 mil millones de dólares.
Por el lado del déficit que tanto alega, los causantes no son los países ahora arancelados, sino sus propios industriales, quienes para abaratar costos e incrementar ganancias recurrieron a México y Canadá por las facilidades
laborales (salarios de hambre), fiscales (exenciones por todas partes) y de cercanía geográfica para producir mucho más a precios matados. Esto, desde luego, Trump ni lejanamente lo incluye en su argumentación
. Lo mismo con su abominable política antiinmigrante, a pesar de que ya son obvias las consecuencias de su deportación masiva
, especialmente en el campo, la industria de la construcción y el consumo (cosechas sin levantar, fruta podrida en el suelo, obras sin terminar, centros de trabajo vacíos, etcétera).
Las rebanadas del pastel
Ayer, la presidenta Sheinbaum dijo que su gobierno tiene “ plan A, plan B, plan C, para lo que decida el gobierno de los Estados Unidos”. Qué bueno, pero es de esperar un plan D que corte el cordón umbilical de la dependencia con el vecino del norte, porque, de otra suerte, México seguirá subordinado a las ocurrencias, caprichos, arbitrariedades y amenazas del inquilino en turno de la Casa Blanca. Vamos a esperar con la cabeza fría; estamos preparados
. Qué bueno, pero el salvaje ya decidió.
X: @cafevega